Un resquicio para encausar los versos


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A la luz de 70 años, Ediciones Aldabón publica en su sitio web el segundo poemario de Carilda Oliver Labra, Al sur de mi garganta de Ediciones Matanzas, 1949. Un libro que despertó contradictorias emociones, pero sobre todo, una buena acogida en la intelectualidad cubana de la época.

Versos en primera persona, un controvertido mundo que amó y trató de entender desde la poética. El amor en todas sus formas, una desenfada forma de enfrentar la cotidianeidad a través de un diálogo espontáneo, atento a la manera de comunicar, pero atrevido en tiempos de conservadores, rompieron con convencionalismos, diciendo lo que muchos callaban. Al sur de mi garganta fue un estallido de poética emotiva, un libro que hizo que luego de su lanzamiento todos se detuvieron a observar sus atrevidos versos. Ejemplar que pesó en el otorgamiento en 1950 del «Premio Nacional de Poesía».

publicar versos es descubrir siempre la profanación de una intimidad inefable… Carilda irrumpió con audacia en poemas que aludían a su vida amorosa, a sus fantasías eróticas, a un profundo y desenfadado realismo, colmado humanismo. 

El amor es el escenario de su biografía poética y es lo que define toda su escritura dominada por el intenso deseo de crear y de vivir a plenitud. La recreación del amor físico, los componentes dramáticos y un espacio privilegiado al intimismo, donde existe una vibra por las circunstancias y las vivencias de su tránsito por la vida, son recreados y destierran la monotonía.

Previendo que en su arte poético la palabra desempeña un papel estético que suele dejar huellas en todo aquel que se consagre a su lectura, Al sur de mi garganta vislumbra un énfasis del yo, una pasión y sensibilidad que discurren a través de un lenguaje que viene de la línea del buen poema.

Costear el contenido de este poemario en la red, y que las nuevas generaciones de escritores y aquellos que toman la literatura como hobby puedan disfrutar de él, es una oportunidad para enfrentarse a una lectura compartida y a la recitación de las más variadas cualidades y al abrazo cálido y sensual que su poesía implica.

Entonces, existe un juego con lo cotidiano, volviéndo a recursos, rodeándose de medios y corrientes para hacerse de su propio estilo poético. Transformando así, lo que para otros podría ser efímero e impropio, en elementos expresivos, emocionales y amorosos.

 

Tengo el cabello rubio; de noche se me riza.

Beso la sed del agua, pinto el temblor del loto.

Guardo una cinta inútil y un abanico roto.

Encuentro ángeles sucios saliendo en la ceniza.

Cualquier música sube de pronto a mi garganta.

Soy casi una burguesa con un poco de suerte:

Mirando para arriba el sol se me convierte

En una luz redonda y celestial que canta.

Uso la frente recta, color de leche pura,

Y una esperanza grande, y un lápiz que me dura;

Y tengo un novio triste, lejano como el mar.

En esta casa hay flores, y pájaros, y huevos,

Y hasta una enciclopedia y dos vestidos nuevos,

Y sin embargo, a veces… ¡qué ganas de llorar!

 


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