Arte detrás del muro: Transformando el malecón habanero


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Fotos: Ariel Cecilio Lemus.

Caminar desde este domingo por el malecón habanero implica adentrarse en un corredor de arte. Los efectos transformativos de la Bienal de La Habana comienzan a notarse por esta avenida capitalina.

Los organizadores del proyecto Detrás del Muro (Dedelmu) llevan a la práctica el precepto de que la cultura debe ser ese punto de inflexión entre el público y la cotidianidad, un puente que aúna personas e ideas, un puente para revolucionar y crear.

Dedelmu llegó desde hace tres años para quedarse entre los amantes de los performances. La cultura alcanza el Malecón en un constante intercambio con el público, con obras contemporáneas que varían todas las pautas establecidas del arte.

La mayoría de las piezas demandan de la interacción directa del público. Al caminar desde el Parque Maceo hasta el Castillo de La Punta se pueden encontrar túneles de flores, figuras de más de dos metros de altura, rollos de papel incrustados en edificios antiguos, grafitis inmensos, espejos que juegan con la óptica humana, y otras tantas obras que transcienden a la imaginación.

Guardianes gigantes de hierro; un libro abierto de piedra con referencia a la importancia de las palabras; una pelota gigante conformada a partir de cartas escritas por artistas plásticos, en donde exigen el papel representativo de la institución artística; sillas de todos los tipos colocadas mirando al mar; triángulos flotantes; una pasarela de superficie irregular por donde las personas pasan descalzos y con los ojos vendados; y mangueras de colores en donde los niños juegan y se tiran agua, son algunas de las propuestas emplazadas en el Malecón.

ENROLLANDO EL ARTE 

Aimée Joaristi nació en La Habana, pero desde pequeña fue a vivir a Europa. Muchos años después llega hasta el lugar que la vio nacer para cumplir con su sueño de participar en una Bienal. Su primera propuesta es la obra Enróllate conmigo, una ofrenda a la ciudad de La Habana por recibirla y haberla visto nacer.

“Esta pieza juega con conectarse con la gente, con la fraternidad, con la generosidad, con el compartir, con el ser parte de algo; pero sobre todo desde el punto de encuentro y desde el amor”, confesó la artista.

Al referirse a las cuatro telas inmensas que conforman su obra añade: “Hoy estoy acá con un pedazo enorme que cruza calle y llega casi hasta el agua. Ese pedazo lo voy a estar cortando y regalando a la gente que pase”.

Sobre cómo surge la idea Joaristi asegura que sus obras se han vuelto sin límites, en cuánto tamaño y creación. “Ahora tengo que ver de qué manera las puedo poner’’. En modo jocoso me mira y agrega: “obviamente vender esto es una locura”.

Las telas tienen 20, 17, 27 y 8 metros respectivamente, primeramente, con un acabado blanco y después la artista comienza a pintar historias. “Este de acá gira en torno a la muerte. Hay un niño llamado ‘el niño de las bombas’, porque este cuadro lo pinté un día que estaba viendo bombardeos en Siria, me había quedado muy impactada y me fui a pintar para sacarme el mal rollo que tenía; entonces salió este cuadro. Hay un ojo, el ojo que todo lo ve, que yo lo llamo el ojo de Dios, están los niños muertos, las bombas. Engaña porque tiene muchos colores”, describe.

Sobre la tela de la ofrenda resaltan flores de plásticos. Según Joaristi tiene una nota un poco triste también. “En realidad a mí me gustan las cosas un poco tristes, pero la ofrenda es diferente. Como yo me fui de Cuba siendo una niñita, crecí afuera, nunca más volví, y cuando volví pinté lo que sentí. Por detrás de todo siempre hay algo triste”.

ADENTRO, EN LAS GRIETAS DE LOS MUROS

Elio Jesús Fonseca Cardoso también participa en la XIII Bienal, por primera vez en el Proyecto Detrás del Muro. La obra Adentro propone una instalación que alude a las brechas de la sociedad, la forma de visibilizarlas y de erradicar los errores, en un punto de la ciudad que sirve de frontera cultural.

El lienzo es inusual, un edificio deteriorado por el salitre en donde las grietas sirven para colocar rollos de papel. “Cubrir esos huecos con papel como una metáfora a nivel social e incluso de país, pues este espacio funciona como la corteza arquitectónica de la ciudad, es como llamar la atención sobre eso y de algún modo tratar de hacer algo al respecto”, asegura el artista. ¿Y por qué papel?… Para aludir a la historia.

Y para cumplir con esa intención de transformar el espacio público y de interactuar con los transeúntes, el joven artista comenta: “Es papel en blanco porque hay una intención de crear un diálogo entre la posibilidad de lo que se puede hacer con él y toda la connotación sociocultural que ofrece el edificio y donde está ubicado”.

Detrás del muro ayuda a dar una visión tanto del arte cubano como del movimiento contemporáneo actual. Carlos Rosendo, uno de los pintores del túnel de flores en el Parque Maceo piensa que con su obra están buscando energía positiva, sembrando un jardín de flores en La Habana.

La tercera edición de Dedelmu cuenta con la presencia de cerca de 40 artistas internacionales entre ellos, la peruano-americana Grimanesa Amorós, los mexicanos José Dávila y Javier Marín, el francés Laurent Grasso y el español David Magán. Resaltan también en el listado de invitados Nereida García, Carlos Martiel, Juan Milanés, Emilio Pérez, Enrique Martínez Celaya, Roberto Fabelo y Pedro Pablo Oliva.

En la cita inaugural se realizó un recorrido guiado por todas las obras, que abarcó el trayecto desde el parque Maceo hasta la fortaleza La Punta. Un vaivén de personas fue hasta el malecón para ver de cerca e interactuar con un proyecto que desde hace algunos años ha estado en la preferencia de los cubanos.

Detrás del muro llega como anillo al dedo para insertar el arte en la cotidianidad y convertirlo a su vez en un transformador social. Durante un mes las artes plásticas en Cuba están de fiesta. Llevar ese arte hasta todos los rincones debe ser la premisa de la XIII Bienal de La Habana.


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