Carina Fabaro: La escultura me llena el alma


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En el noroeste de Argentina se ubica la provincia de La Rioja, a más de mil kilómetros de Buenos Aires, y allí vive, crea y sueña la escultora Carina Fabaro, artista que recientemente visitó La Habana y aseguró al Periódico Cubarte sentirse “sumamente impactada por el alto nivel y la calidad del arte” que se cultiva en la Isla .

Con la Fabaro conversamos en la sede de Corral Falso, un proyecto que lidera el artista de la plástica cubana Tomás Núñez (Johny) y que se desarrolla en el habanero municipio de Guanabacoa, con un fuerte componente comunitario: “el trabajo de extensión cultural que se realiza aquí tiene mucho que ver con lo que hago; tengo la firme convicción de que el arte es una excelente herramienta para poner acentos sobre temas puntuales como el cuidado y protección del medio ambiente”.

Y seguidamente adelantó la artista que trabaja en la realización de una exposición a inaugurarse en septiembre próximo: “será una instalación que contará con más de 200 pájaros cantores autóctonos, especie que está siendo amenazada por el hombre quien enjaula esas aves y, además de privarlas de su libertad se ven obligadas a cantar en cautiverio; el proyecto incluirá además, varias esculturas relacionadas con el tema realizadas en madera, metal y piedra”.

Carina Fabaro, quien además trabaja como docente impartiendo clases de artes visuales a futuros profesores de nivel elemental, tiene emplazada obra en varios países, entre ellos, Brasil, Chile, México, España y Estados Unidos, pero ¿cómo fueron los inicios de esta escultora?

Mi abuela era excelente dibujante y en mi casa siempre reinó un espíritu artístico. Empecé estudiando pintura y el encuentro con la escultura fue, casi, accidental porque cambió el plan de profesorado y tuve que estudiar pintura, escultura y grabado. Ahí fue cuando descubrí la escultura y nunca más regresé ni a la pintura ni al grabado. Siento que la escultura me llena el alma.

¿Qué tiene de especial la escultura que te ha atado?

La escultura trabaja con el espacio que te envuelve, y que te permite meterte dentro y poder observar desde distinto ángulos. Todo eso es lo que me lleva a continuar en la búsqueda y disfrute que tiene la tridimensión. No puedo negar que tengo obra realizada en grabado, pero la escultura es, por el momento, mi prioridad, aunque en estos días en La Habana visité el Taller Experimental de Gráfica y me han entrado muchos deseos de volver a la estampación.

¿Qué aportes te ofrece la docencia?

Cuando uno crea, disfruta y el poder expresarme desde la escultura me da la oportunidad de llegar a esos maestros que, seguramente, inculcarán en los más pequeños, es decir en las nuevas generaciones, el amor hacia el arte.

Siento que con mi labor de contribuir a la formación de maestros estoy plantando, al menos, una semillita que servirá para cambiar el mundo. Puede que parezca algo muy utópico, pero me gusta pensar que el arte puede servir para facilitar el intercambio y la sensibilidad con el otro y con el medio ambiente. Es una manera, también, de ser fiel a nosotros mismos porque cuando uno hace arte tiene que sentir e ir a lo más profundo de uno para poder expresar algo.

¿Por qué caminos se mueve la escultura argentina hoy?

En la Argentina existen importantes centros en los que existe una gran movilidad artística como por ejemplo en Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza. La Rioja es una provincia pequeña que tiene unos 300 mil habitantes y, la verdad, es que el trabajo escultórico es un poco difícil y, quizás en la pintura hay mayor movimiento, pero en la escultura no. Hay poca escultura en los espacios públicos y nos queda mucho por hacer, aunque debo reconocer que se están haciendo algunos eventos que facilitan una tendencia hacia el crecimiento.

¿Cómo anda la escultura femenina en Argentina?

Cuesta mucho porque es indudable que la escultura lleva una gran carga de trabajo físico y, siendo mujer, es difícil insertarse en el mundo de la escultura. He participado en varios eventos públicos que se desarrollan en distintos lugares y entrar mujeres es difícil: la proporción es de diez hombres, una escultora. Incluso, cuando voy a comprar alguna herramienta le dan la explicación de cómo funciona a mi marido, y ahí es donde tengo que decir: ¡es para mí y yo soy quien la voy a usar! Es como que dudan de que una mujer pueda manipular instrumentos tan grandes y pesados. Contra eso, también hay que luchar.

Trabajas el metal, la piedra, la madera y ¡hasta el hielo!, ¿cuáles son los materiales preferidos?

La madera es uno de los materiales a los que con mayor frecuencia acudo porque es más fácil conseguirlo, pero me gusta mucho el metal porque me da la libertad de aumentar el volumen; también intervenir la piedra me fascina y no puedo dejar de mencionar la resina. Trabajo mucho la resina combinada con la tierra. En la Rioja, hay montañas muy hermosas que tienen tierras de diferentes colores y eso me permite experimentar. Además reciclo materiales y me inspiro un poco en el legado del arte precolombino —la zona del noroeste argentino posee un inmenso acervo cultural del que me siento heredera.

¿Temáticas recurrentes en la obra?

Fundamentalmente trabajo a partir de la relación que existe con la materia; encontrarnos en ese entorno y aprovechar lo que tenemos a la mano: madera, resina, piedra y tierra. Voy conjugando las texturas, con los colores, con las formas y lo que trato de hacer es integrarlo todo. No tengo prejuicio con ningún material y en la medida en que voy trabajando, la propia obra me va pidiendo lo que debo de incorporar.

¿Y qué aporta esa integración de materiales diversos?

Un diálogo que comunica.

¿Cuál es el mensaje que emites desde la obra?

El mensaje siempre tiene que ver con la evolución, con el cambio, con lo que somos, con la libertad. La materia y las formas son liberadoras, al menos para mí.

¿Y la escultura de hielo?

En Tierra del Fuego se desarrolla un evento con nieve, que es el único en toda Argentina y allí he estado. También en Italia trabajé en dos lugares que se llaman San Cándido y San Virgilio. En esta experiencia formé equipo con otra escultora argentina y con un chileno y trabajamos en bloques de tres metros, durante tres días, con una gran intensidad y a veinte grados bajo cero. Otra experiencia que tiene que ver con la escultura efímera fue en México: allí trabajé con paja y heno y fue una lindísima experiencia también porque el material se recicla y uno de los requisitos fue que, como mínimo, la escultura tiene que tener cuatro metros.

¿Cómo ponderas la escultura de servicio público?

Es muy importante que exista, pero es igualmente relevante que la comunidad participe en el proceso creativo porque de esa forma la gente se va apropiando de la obra. A mí me encanta participar en eventos y simposios en los que se trabaja a la vista de todos y eso maravilla a los grandes y a los chicos porque se ve cómo va naciendo algo que tiene valor, que ha llevado trabajo. Es inspirador.

¿Obra soñada?

¡Varias! porque sueño mucho, pero me encantaría realizar una escultura de gran formato, incluso, tengo varias maquetas realizadas. Solo espero una oportunidad para realizarla.  


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