Carlos Repilado, un ser de luz


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El 11 de este marzo, poco antes de la medianoche, llegó el final irreversible. Por semanas, amigos y colegas se mantuvieron al tanto, junto a la familia, esperando un milagro. La vida hizo su trayecto natural ajena al deseo de tantos y, como es su costumbre, sin atender calidad, pasión ni entrega.

A inicios de 2003 entrevisté a dos de las figuras más altas del diseño de luces para la escena en Cuba: Saskia Cruz y Carlos Repilado. En homenaje a la memoria del amigo que acaba de partir me permito compartir algunas de sus opiniones en aquel entonces.

De dónde vengo.

Estudié pintura, escultura y dibujo en San Alejandro, pero no terminé la carrera. Quería pintar como Antonia Eiriz y veía que no iba a lograrlo. Conocí a Berta Martínez. Teatro Estudio necesitaba gente que tuviera interés por el Teatro y me inicié allí como Jefe de Escena, luego fui Asistente de Dirección y después me empezaron a interesar las luces. Comenzó a funcionar lo que había aprendido en San Alejandro con la pintura y la luz.

Como diseñadores de luces existían los Maseda… Algunos como Arrocha también hacían luces, pero no creo que el diseño de luces se viera de la forma en que lo vemos hoy. Tuve una excelente maestra, que fue Berta, quien hacía las luces de sus obras. Con ella aprendí la ética del teatro, que da una base donde sostenerse, desde la cual mirar el trabajo, incluso la vida.

Qué aprendí.

Que lo más importante sobre un escenario es el actor. Cuidar que se sienta cómodo con las luces, no crearle situaciones que lo distraigan. Estar muy seguro del lugar donde el actor cómodamente se ubica. Entonces, veo los ensayos, observo dónde se coloca y lo alerto de que ahí va a caer la luz. Yo me supedito a él.

Mis procesos.

Asisto a muchos ensayos, voy entrando en el espíritu de la obra y sintiendo cómo debe ser más o menos cada escena, No invento el diseño de luces, la atmósfera me la da la obra. A veces encuentro la solución para iluminar una escena en una nota de actuación que le da el director al actor. Pero no quiero que los directores me digan a priori lo que desean, me gusta hacerle proposiciones a la dirección, analizarlas conjuntamente y modificar lo que sea necesario. Para hacer el diseño de luces necesito tomar en cuenta la escenografía, que puede resultar en ocasiones una impedimenta, mientras otras veces permite trabajar mejor y  hacer más. Por ejemplo, es un obstáculo cuando me ponen un techo en el centro del escenario que me invalida una cantidad considerable de puntos de iluminación, o un telón que limita el uso de las varas de luces y no me permite hacer contraluces desde el fondo. En cuanto al vestuario, necesito saber cuáles tonos se usarán en los trajes porque mi tarea no es enturbiar esos colores, sino resaltarlos. Pero hay que estar claro en algo, si existe una obra que lo que necesita es un bombillo colgando en el centro del escenario, ya eso es un diseño de luces, con esto quiero decir que no es necesario poner a funcionar doscientos reflectores, sino del modo en que se trata la luz.

Preferencias en cuanto a género dramático.

Drama y comedia son diferentes a la hora de iluminar. Diciéndolo a modo de esquema: el drama puede trabajarse con claroscuros, luces fuertes, contraluces fuertes, quizás hasta poca iluminación, pero no concibo una comedia en esos tonos, porque se trata de algo festivo y si se ponen atmósferas dramáticas vamos contra el sentido de la puesta. No tengo preferencias, cada obra es un reto. Me gusta el drama, la comedia, el melodrama, la comedia musical que es muy interesante, porque durante los números musicales el estilo de la iluminación cambia en relación con el resto del espectáculo. La fantasía está en los números musicales.

Otras expresiones escénicas.

He hecho teatro, danza moderna, ballet, folclor, cabaret y es diferente en cada caso. Pasé tres años en Tropicana. Fue una experiencia interesante. En el ballet descubrí que las luces molestaban a las bailarinas en sus piruetas y que en los balances les hacían perder el equilibrio. También está el tema del estilo: el ballet romántico, con sus normas, el ballet moderno. Cuando Hilda Riveros hizo Pedestal con los bailarines descalzos… Resultó inusual para el Ballet Nacional y las luces tuvieron una visión diferente. Ambos fuimos osados en cómo se bailaba y cómo se iluminaba. Las luces no son un adorno, sino un complemento, una parte integral del espectáculo. Tienen que respirar juntos, de otro modo no funciona.

Los secretos goces.

Disfruto mucho el montaje de luces, ese momento de ubicar las luces en que coloco equipos y micas dirigiendo luces desde la última vara hasta el puente de sala, esa etapa en que solo yo sé que ese lucecita que está ahí no va a funcionar sola porque la voy a mezclar con otra y otra más para buscar tal o cual efecto o gama. El otro gran instante es el día del estreno.

Me gusta trabajar con contrastes fuertes, con colores fuertes. A veces, sorprender con un color en medio de un espectáculo en que todo está en blanco. Pero, eso sí, todo ha de ser orgánico.

Desde hace unos años la luz empezó a tomar importancia en el mundo entero. Fuera de Cuba eso sucedió un poco antes. El ballet moderno y la danza comenzaron a desarrollar la iluminación como soporte dramático de lo que estaba pasando. Antes solo importaba que actores y bailarines se vieran, crear una atmósfera en el escenario. La luz no tenía el valor actual. Hoy día hay obras que se hacen sin escenografía, casi sin vestuario porque la luz es fundamental.

Un buen diseñador de luces.

Lo más importante es ser una mujer o un hombre de teatro, no simplemente un técnico, pues el diseño requiere de dos aspectos: la parte técnica y la parte artística. El que no lleve dentro un artista, por mucha técnica que maneje no va a saber qué hacer con ella. Es preciso conocer bien las herramientas, saber mezclar los colores, las luces, pero eso tiene que ir acompañado de un sentimiento.

Para mí lo más delicado es la transición de un momento a otro en obras de muchos cambios de luz. Sé cómo ha de ir iluminada una escena y la siguiente, pero, entonces, debo encontrar el modo  para pasar de una luz a la otra sin que parezca que uno está viendo una serie fotográfica.

Qué es la luz.

Al inicio dije que para mí lo más importante son los actores, la puesta en escena, pero es cierto que si no hay luz, la que sea, no hay espectáculo. La luz es la que dibuja al actor en el escenario, la que puede desaparecerlo y hacerlo aparecer de la nada, la que define la hora del día, la que ayuda a que una escena de amor sea más amorosa o que un crimen parezca más violento. Diría que si no lo es todo, forma parte del todo.

Epílogo                                                         

Este artista, gustador de los atardeceres como secuencia del día en que la luz se vuelve seductora; amante de los animales y los niños; este amigo de pecho abierto recibió en el 2016 el Premio Nacional de Danza, e igual pudo haber obtenido similar galardón en la esfera del teatro, pues brindó distinción y donaire, mediante la magia de la luz, a todo tipo de creación escénica. Queden con nosotros sus descubrimientos, compartidos siempre con humilde complicidad, sus enseñanzas, su infinito amor a la vida y su espíritu.


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