De la africanía en Cuba. / Por: Heriberto Feraudy Espino


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Dice una antigua tradición que al principio de su creación la Tierra estaba habitada por orishas y estos tenían un jefe mayor llamado Olofin a quien nadie podía ver y que habitaba en la cumbre de  una elevada montaña.

Dicen que el único que sí podía ver y comunicarse con aquel ser supremo era  Obatalá Oshagriñán quien conocía el camino de aquella difícil elevación.

Ocurrió que con el transcurso del tiempo la vida en la tierra se hacía insoportable. El frío devoraba por una parte y el calor por otra. El mar se desbordaba y los ríos se secaban. Abundaban huracanes, ciclones y terremotos;  incendios,  tifones, sequías y desertificaciones. El hambre y la miseria se enseñoreaban y llovían aguaceros de maldad.

 No había lugar seguro en el Aiyé (el mundo) y la incertidumbre campaba por su respeto. Los astros estaban  irritados por tantas traiciones e incomprensiones y se vaticinaban épocas de guerras climáticas. Cada día crecían más las angustias de los orishas ante la realidad que vivían. Todo cuanto construían se deshacía y la desigualdad lejos de disminuir aumentaba.

La Tierra era toda Cherenia (mierda). Algo había que hacer. La fe y la esperanza se perdían por los caminos.

Dicen que un día una multitud desesperada se aglomeró en la falda de la montaña y comenzaron a implorar, pero Olofin no escuchaba. Era mucha la distancia.

Había que acudir a Obatalá, el más viejo, para que intercediera ante el sumo arquitecto. Obatalá subió a la montaña.

  • Banamí el mundo es una pesadilla- dijo al ver a Olofin.
  • Y yo no puedo dormir. Hay mucha oná kuruku en Ará (personas de malos sentimientos en la Tierra).
  • Cofiedemu (perdónelos)-
  • Estoy aidara y arobí (enfermo y viejo) y ya a los viejos no los quieren.

Viendo lo imposible de convencer al jefe mayor Obatalá  bajó de la Oke.

-Abures (hermanos), Olofin no va a venir-

-Lanque- ¿por qué? Preguntaron los orishas desesperados.

- Nuestro supremo creador dice que está aidara (enfermo), pero yo no lo creo, pienso que  más bien está decepcionado.

- Pues si está aidara o arobí que nos entregue el poder- reclamaron los orishas.

- Ante tanta insistencia Obatalá no tuvo otra alternativa que llenarse de su acostumbrada paciencia y subir de nuevo para hablar con el Dios supremo.

- Babá la gente quiere que usted reparta sus poderes entre ellos-

-Eso es justo, convoca a una unkuelú (reunión). Dijo Olofin con mortecina voz.

¿Dónde?

 Al pie de una Iroko, y no dijo nada más.

Los orishas sentados bajo la sombra de una ceiba después de haber comido esperaron la llegada del Adelé.

Olofin descendió lentamente se le notaba cansado y contrariado.

Maferefun bábá e káábó (Alabado seas padre, bienvenido). Dijeron los orishas arrodillados.

Beco, (aquí estoy) dijo Olofin preguntando que deseaban de él.

Los orishas explicaron la situación  en la tierra y él les respondió:  

Monigei  (esta, bien, de acuerdo).  Kalukú kalukú. (Cada uno a lo suyo).

Dicen que Olofin se empinó y del cielo extrajo un rayo entregándoselo a Shangó, y le dijo: tú serás el dueño del rayo; extendió una mano y cogió una centella entregándosela a Oyá, tú serás la dueña de la centella; dobló su cuerpo y tomó el agua del río y se la dio a Oshún,: tú serás la dueña de los ríos; abarcó el mar en su mano y tomando  el agua se la entregó a Yemayá: tú serás la dueña de los mares; y así sucesivamente a cada uno les fue dando lo suyo y a Obatalá lo dejó para último y entonces le dijo: desde hoy tú serás el dueño de las cabezas.

Los orishas quedaron contentos, pero a la vez preocupados y  así contentos como estaban se fueron con sus preocupaciones a casa de Orula a contarle de sus nuevas responsabilidades. La tarea era muy grande.

Orula los recibió y después de consultar con el ekuele mandó a buscar a Eshu a quién impuso de la distribución de poderes hecha por el mayor jefe de los orishas.

-Olofin chekute (sabe lo que hace), pero ¿cómo quedo yo? A mí nadie me quiere considerar-.

-Cuele, cuele- (tranquilízate) le dijo Orula a la vez que le preguntaba qué deseaba tener.

-Yo lo que quiero es que cuenten conmigo y ser el primero a quien saluden, primero que a nadie-.

Después de Orula hacer ebó todos los orishas se fueron para sus casas.

Dicen que días después, cuando Obatalá fue a visitar a Olofin tuvo que tocar la puerta y pedirle permiso a Eshu Eleguá quien a partir de aquel acontecimiento vive detrás de la puerta.


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