En el Día Internacional de los Museos, un asomo a Cuba


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Este 18 de mayo los museólogos cubanos serán partícipes de una de las fiestas de mayores júbilo en el ámbito del patrimonio cultural mundial; aquella que toma como referencia las instituciones museables; esos templos que desde Grecia protegieron verdaderos tesauros del saber humano bajo un principio tan abarcador como las ciencias y las artes liberales, estructura que se erigía sobre el hecho del uso de la razón en la construcción del bien material e inmaterial. Desde entonces hasta la actualidad, se han ampliado sin cesar los criterios para validar un objeto como bien patrimonial; máxime cuando los cientistas del área patrimonial han encontrado en la diversidad la legitimidad a una heterogeneidad cultural cuya expresión desborda no solo la morfología sino también, y en ocasiones primordialmente, el discurso que porta y se transmite con marcada autonomía.   

El camino recorrido por las convenciones de las UNESCO indica con nitidez la consolidación de una defensa al patrimonio cultural cuya naturaleza está en la autenticidad del exponente como memoria de un pasado desde el cual entender el desarrollo del hombre y la naturaleza; un principio desde el cual podría considerarse a la ciudad, a pesar de su dinámica trasformación, como uno de los más genuinos recintos museal; una especie de espacio que desde su riqueza fisionómica ofrece “un perfil espiritual de recóndita presencia moral y psicológica que dice al forastero más, mucho más, del pensamiento y la sensibilidad del vecindario, que todo el conjunto selectivo de sus opulencias materiales”, al decir del camagüeyano Luis Pichardo. No temamos decir que el museo no dejará de ser el templo griego que en sus anaqueles atesora prístinos documentos, estatuillas u otras muchas piezas de múltiples naturalezas; aceptemos, eso si, que sin dudas su dimensión va corriendo, día a día, sus fronteras. Entender este proceso en el Día Internacional de los Museos, nos coloca ante la posibilidad  de participar de la identificación, protección, conservación y divulgación de sus tesauros.

Cuba, como en muchas otras áreas del saber, es pionera en la museología, enunciado que ha de entenderse como sensibilidad de una élite criolla que desde finales del xviii se inserta al pensamiento de vanguardia universal desafiando incluso la subordinación a la metrópoli española. La museología en Cuba ha latido al ritmo de las coordenadas por las que ha atravesado la isla y a pesar de que no contemos con un texto acabado que ilustre la historia de este saber con su red de museos en los diferentes tiempos históricos (1),  la relación con los que contamos en el presente así lo indica.

Con centro en el presente recordemos al capitalino Museo de Historia Natural Felipe Poey (1842) y el santiaguero Emilio Bacardí Moreau (1899), centros que murmuran la institucionalidad museal en el siglo xix; mientras el Oscar María de Rojas (1900), de Cárdenas; los habaneros Museo Antropológico Montané (1906), Museo Nacional de Bellas Artes (1913), Museo Casa Natal de José Martí (1925), Museo de Medicina Tropical Carlos J. Finlay (1937) y el Museo Fragua Martiana (1952); el remediano Museo Francisco Javier Balmaseda (1933) y el camagüeyano Ignacio Agramonte (1955), lo hacen en la Neocolonia. Todos ellos fruto y continuidad de esa “ansia de información que la élite patricia deseaba aportar de su región para dar rienda suelta a su adelantamiento” que, como ha  subrayado la doctora Olga Portuondo, caracterizó a las primeras villas cubanas desde fechas tempranas. Las tipologías de estos museos fueron las de su tiempo; predominando el carácter polivalente porque enciclopédico era el pensamiento de la ilustración que les sirvió de guía, siempre con el deber de conservar las reliquias de la historia, como apuntaría Mario Aquiles Betancourt —quien haría énfasis en el tema de las Guerras de Independencias.

Pero fue bajo el amparo del sistema legislativo revolucionario que proliferaron los museos por doquier, expresión de una política cultural que enfoca su mirar a las identidades locales y regionales. Si bien la ley no. 1 —Ley de Protección al Patrimonio Cultural—  y la no. 2 —Ley de los Monumentos Nacionales y Locales— de agosto de 1977, parecen indicar el inicio de este crecimiento; hasta julio de ese año habían abierto ya sus puertas aproximadamente 49 instituciones museables: en Pinar del Río, el Memorial Antonio Guiteras Holmes (1974); en Artemisa, la Casa Natal Rubén  Martínez Villena (1976) y el Mausoleo a los Mártires de Artemisa (1977); en La Habana un total de 14 instituciones entre las que destaco el Museo Napoleónico (1961), el de Artes Decorativas (1964), el Museo de la Revolución (1959), el de Historia Natural (1964), el Ernest Hemingway (1962), Arte Colonial (1969) y Museo Nacional de la Campaña de Alfabetización (1964); en Matanzas 6, entre las que se distingue el Palacio de Junco (1959), el Museo Farmacéutico (1964), la Casa Natal José A. Echevarría (1973) y el Museo de Playa Girón (1976); en Villa Clara, la Casa Alejandro García Caturla (1975); en la provincia espirituana abrió sus puertas en Trinidad el Museo Romántico Palacio Brunet (1974) y el de Arqueología Guamuhaya (1976), mientras en Sancti Spíritus el de Arte Colonial (1967).

En este período la antigua Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, Camagüey, inauguró 3 museos, obra que distingue la Casa Natal del Mayor en 1973; Holguín 5, y por su importancia es preciso citar los de Historia Natural Joaquín Fernández (1966) y el de Historia y Ciencias Naturales Carlos de la Torre (1969), así como, por su impacto social, el Museo La Periquera. Como altares al inicio de la Guerra de Independencia, en su centenario, Granma puso en uso la Casa Natal de Carlos Manuel de Céspedes y La Demajagua, en septiembre y octubre de 1968 y la Heroica Santiago de Cuba, el Museo La Isabelica (1961), la Granjita Siboney (1965), el de Ciencias Naturales Tomás Romay (1966), el Histórico 26 de Julio (1967) y las casas natales de José María Heredia (1970), Abel Santamaria Cuadrado (1973) y Antonio Maceo Grajales (1974).  A ello se sumó la Isla de la Juventud con el Museo de Historia Natural Dr. Antonio Núñez  Jiménez (1971) y el Presidio Modelo (1973).

Nuevo impulso trajo consigo la ley no. 23, reconocida como Ley de los Museos Municipales, aprobada un 18 de mayo, de 1979, y entre una y otra ley se inauguraron aproximadamente 15 instituciones museables de diversa naturaleza; entre ellas el Museo Zoológico de Piedras (1977), en Guantánamo;  el Memorial a los Mártires de Barbados (1978), en Las Tunas, y el Museo del Humor (1979), en San Antonio de los Baños. De modo que, al impulso de legitimar el potencial cultural sedimentado a lo largo del tiempo en cada una de las regiones cubanas, se sumó la de contar con instituciones museables en cuantos municipios fuera posible; centros a los que asomarse tras el rostro de una identidad marcada por lo nacional pero sin dudas con matices muy particulares; las que determinan la geografía, el clima, la economía, las costumbres y las tradiciones, por solo citar algunos de los factores que contribuyen al proceso de conformación de la identidad.

Entre el 14 de junio de 1979 y 2014 Cuba incrementó sus instituciones museables en una cifra de 332; de ellas 44 en el siglo xxi, es decir, entre los años 2000 y 2014.  Su continuo crecimiento deviene signo de interés por el patrimonio cultural de la nación y, al mismo tiempo, permite establecer criterios que incidieron en su consolidación en el decursar del tiempo. Conducen a reflexiones, por ejemplo, la apertura de 11 instituciones en el segundo semestre del referido 1979, en la década de los años 80 unas 225 y en la de los 90 un total de 52; panorama en que tiene una cifra significativa el año 1982, con un 35% de las que abrieron al público con posterioridad a la Ley no. 23 y anterior a la entrada del siglo xxi.

En este Día Internacional de los Museos; de plácemes están quienes protegen, estudian, conservan y divulgan el patrimonio cultural cubano. Felicidades a quienes con profesionalidad dan vida a los museos registrados en el Consejo Nacional de Patrimonio aunque algunos de ellos se mantienen bajo la custodia de otros organismos: a los 25 inscritos en la tipología de Arte, a los 69 de Historia, los 9 de Arqueología, los 10 de Historia y Ciencias Naturales, los 9 de Ciencia y Tecnología, los 12 de Etnografía y Antropología, los 23 que dedicados a personalidades o temas centrales de la historia cultural cubano constan como Especializados y, en particular, los 164 museos polivalentes que abren con la diversidad de sus exposiciones nuevos horizontes a la comprensión de estos tiempos.

Disfrutemos todos del patrimonio cultural en honor al Día Internacional de los Museos.

 

Nota:

  1. Esperamos ver en breve publicado el texto organizado por la profesora Marilú García Santana relacionado con el devenir de los museos en Cuba desde el período colonial hasta 1959.  

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