Federico García Lorca y Nuestra América


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Fue un 5 de junio, pero del año 1898, cuando nació Federico García Lorca en Fuente Vaqueros, un pequeño pueblo de Granada, España. Treinta y ocho años después, una terrible noche del 18 al 19 de agosto de 1936, en plena madurez intelectual, era asesinado vilmente este joven creador tan amado en Hispanoamérica. Fue el horrendo hecho, “como si hubieran matado a la poesía”, como diría, nuestro poeta Eliseo Diego.

Hoy queremos recordarlo, con algunos interesantes acercamientos que tuvo con Nuestra América.

Fue en 1929, cuando decide García Lorca, ir a Nueva York. Iba acompañando a Fernando de los Ríos, político e ideólogo socialista español.  Cuando llega a la gran Metrópoli, ya había publicado sus Canciones y su primer Romancero Gitano. La gran urbe, lo impresiona con sus modernidades sumida en la fastuosidad de la ciudad, sin embargo, percibe lastimosamente el desequilibrio social que allí se impone.  El hombre afroamericano es víctima de un trato diferente. Hay distancia entre los hombres, no son iguales.

Estando en tierras norteñas, fue Fernando Ortiz, que en aquel momento era el Director de la Asociación Hispano Cubana de Cultura, quien lo invita a dar unas charlas y conferencias en Cuba y aquí, junto a nosotros, convivió tres meses aproximadamente. Cuentan que nuestra Patria lo deslumbró y que hasta comentó en carta a sus padres; “que esta Isla era un paraíso, si me pierdo que me busquen en Andalucía o en Cuba”. El éxito poético “Poeta en Nueva York”,  que comienza a escribir en la gran ciudad norteña, lo completa en nuestra tierra, con el poema “Son de negros en Cuba”,  que fue  un verdadero acontecimiento cultural,   admirado por  Tallet, Guillén, Emilio Roig de Leuchsenring y otros, amigos    que estaban impresionados con “la gracia y vitalidad del poeta granadino”, como decía su amiga, la escritora cubana Lydia Cabrera, no solo con  su presencia, sino en sus versos que recorrieron la América Latina.

“Poeta en Nueva York”.  No se publica hasta después de su muerte.

Muchos se refieren a este libro “Poema en Nueva York”, con el nombre de Iré a Santiago, Son o Son de negros en Cuba y aquí algunos de sus versos:

Cuando llegue la luna llena
iré a Santiago de Cuba.
Iré a Santiago
¡Oh, cintura caliente y gota de madera!
Iré a Santiago.
¡Arpa de troncos vivos, caimán, flor de tabaco!
Iré a Santiago
.

Y fue y no solo a Santiago, recorrió la Isla y visitó muchas ciudades. Cuba estaba sumida en una crisis económica.  Gerardo Machado, al frente del Gobierno entreguista. Poco después de la llegada de Lorca, la oposición liderada por Rubén Martínez Villena protestaba en las calles. A su llegada al muelle habanero, al granadino lo esperaba José María Chacón y Calvo, Rafael Suárez Solís, Félix Lizaso y Juan Marinello, que fungía como Presidente de Conferencias en el Instituto que presidía Fernando Ortiz. Era el 7 de marzo de 1930.

Cuatro Conferencias, impartió el poeta en la Habana y repitió algunas en otras provincias   En la casa hermosa de los Loynaz, estuvo en reuniones literarias, los cuatro hermanos lo acogieron con cariño, se encuentra con amigos y con desconocidos, palpa el ambiente y descubre la raíz misma de Cuba. Desde aquella casa, se escapaba a pasear por la Isla, se relaciona con gentes del pueblo, en bares y poblados, desde Occidente hasta Oriente, el valle de Viñales y el de Yumurí, lo vieron transitar, la playa de Varadero, ciudades como Santiago de las Vegas, Cienfuegos, Sagua la Grande, Caibarién, le llaman la atención, Las Conferencias que ofreció en la Habana y Santiago de Cuba, fueron recibidas con el aplauso agradecido de un público apasionado. Percibe plenamente la mezcla mulata de nuestra población, el abuelo blanco y el abuelo negro de Guillén.

Lo importante es que Lorca, llegó a conocer profundamente la identidad del cubano, su raíz, nadie le contó, la conoció por su propia cercanía, por recibirla directamente. La obra del gran creador, se entrelazó con nuestros campos y ciudades, con la intelectualidad más destacada y con los cubanos en general de nuestra sociedad, que agradecieron siempre la presencia de este peculiar visitante; después, quedaron repitiendo sus versos que comienzan desde aquellos tiempos, a ser parte de nuestra cultura nacional.

Fue Emilio Roig de Leuchsenring, quien expresó lo siguiente; “En un mes, desde su llegada a Cuba, conoce y sabe más cosas cubanas que muchos de sus amigos y nos puede servir perfectamente de cicerones y descubrirnos lugares y tipos netamente criollos para nosotros desconocidos”.

 Hacía muchos años, en Madrid, el español, había conocido al cubano José María Chacón, y Calvo, muy jóvenes los dos. Seguramente José María, le habló de nuestra Patria. También allí, conoció al mexicano universal Alfonso Reyes, que más tarde lo vio de nuevo, en la Argentina, y en Brasil, cuando el regiomontano realizaba labores diplomáticas.

Era importante visitar la Argentina y hacia allá fue. Estuvo seis meses, desde el 13 de octubre de 1933 hasta el 27 de marzo de 1934.

Fue precisamente en esa nación hermana, donde creció la popularidad del gran Federico, al estrenarse sus Bodas de Sangre, con gran éxito.

En Buenos Aires querido, era el dramaturgo el que se imponía. Le interesa no solo escribir teatro, sino incursionar en el montaje y en la escenificación de las puestas.

Como poeta, muchos sabían que al principio coincidía con las huellas del Modernismo, Machado, Darío, Salvador Rueda, a tono con la renovación poética, para después, que aflorara en sus versos, el creador de vanguardia y plena autenticidad, que había en él.

La Avenida de Mayo, lo vio transitar, y hoy, allí lo recuerdan. Llegó en pleno apogeo de la Década Infame. Tiempos de Golpes de Estado, fraudes y corrupción. No tuvo intimidad con Borges; a Carlos Gardel, lo conoció en una ocasión, pero con Pablo Neruda, estableció una buena amistad. La escritora y gran amiga de García Lorca, Norah Lange, comentó: “La presencia de Federico y Neruda, durante los meses 33 y 34, alteraba el tono de la atmósfera artística de la ciudad”.

En Buenos Aires, dio conferencias, recibió homenajes y asistió a peñas y tertulias. En ellas, encontró a Victoria Ocampo, que le abrió las posibilidades de escribir en la Revista “Sur”, espacio de colaboración de un buen número de intelectuales de la época.

El Teatro Avenida y otros escenarios de la Argentina, representaron sus obras “Mariana Pineda” y “La Zapatera Prodigiosa” como buenos ejemplos.

Cuando ya finalizaba su estancia en la ciudad exclamó: “Me voy con gran tristeza, tanta, que ya tengo ganas de volver”.

 Lamentablemente no pudo llegar a visitar México y tanto que lo invitaron.

Al conocer de su triste desaparición física, Alfonso Reyes, el mexicano universal, escribió su famosa, “Cantata sobre su tumba”. 

De la Cantata son estos pequeños versos:

Junta y apila en la silvestre tumba
los fragantes limones y naranjas,
túmulo vegetal, cerro de aromas,
la carne cristalina de las uvas,
gusto seco de nueces y castañas,
la granada vinosa,
la cidra vaporosa,
paltas y tunas y piñas de América,
y las anonas y los tamarindos,
y las lanzas del cacto mexicano
.

Intelectuales mexicanos, como Octavio Paz y Jaime Torres Bodet, lamentaron también lo ocurrido. Torres Bodet, conoció a Lorca, en 1928 en España.  Fue muy doloroso saber que el gran granadino no había podido visitar la tierra azteca que lo esperaba siempre con el mayor de los abrazos. Dejaba en México, innumerable cantidad de amigos.  En 1936, Margarita Xirgú, estrenaba en Bellas Artes, era su gran amiga y deseaba recibirlo.  Dicen que el poeta español fue a Granada a despedirse de sus padres. Canceló el viaje y en breve estalla la Guerra Civil.

Los mexicanos recordaban que Lorca, decía; “que España y México, eran los únicos países del Mundo que se identifican por el culto a la muerte”.

Le resultaban al español, muy interesantes los escritores contemporáneos de México. Mucho hablaría con Alfonso Reyes, en este sentido. No podemos descartar la influencia que el regiomontano debió ejercer sobre él. Algunos especialistas aseguran que fue el mexicano, quién hizo que  Federico, se fijara con esmero en la obra de Góngora, al que Reyes, dedicó tantos años de estudio.

Carlos Monsivais, escritor y periodista mexicano, que murió en el año 2010, es decir un autor contemporáneo de gran valía, expresó en una ocasión: “Lorca es en nuestra cultura, demasiadas cosas. Es el sentido popular, es la síntesis trágica de la España Republicana y es el poeta y dramaturgo español más conocido y admirado. Durante muchos años fue deslumbramiento y moda. Hoy es deslumbramiento y perdurabilidad”.

Cuba y Argentina, lo vieron de cerca, México, no lo pudo recibir en su tierra, pero los tres países lo llevaron y lo llevan en la savia intensa del alma de sus pueblos.


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