José Lezama Lima y “la realidad del mundo invisible”


jose-lezama-lima-y-la-realidad-del-mundo-invisible

La comunidad literaria cubana y muchos lectores reverencian hoy la memoria de José Lezama Lima en el aniversario 44 de su fallecimiento en La Habana, a la edad de 65 años.

Lezama Lima es considerado una de las personalidades más notables de la literatura cubana e hispanoamericana en el siglo XX; con una extraordinaria obra poética y narrativa ha pasado a la posteridad, sobre todo, por su novela Paradiso, su creación cimera.

José María Andrés Fernando Lezama Lima nació en La Habana, el 19 de diciembre de 1910 en el campamento militar de Columbia, donde estaba destacado su padre, un ingeniero, coronel de artillería.

Ya en 1926 matricula en el Instituto de La Habana, donde se gradúa de Bachiller en Ciencias y Letras en 1928.; al año siguiente se muda con su madre y hermana a la casa de Trocadero 162, en La Habana Vieja, donde vivió hasta su fallecimiento; en esta morada radica hoy la Casa Museo José Lezama Lima.

Ese mismo año inicia los estudios de Derecho en la Universidad de La Habana; el 30 de septiembre de 1930 participó en la histórica manifestación estudiantil contra el dictador Gerardo Machado.

De 1945, a 1959, trabajó como funcionario en la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, profesión que ejerció   por poco tiempo para luego entregarse consagradamente a la lectura, el estudio y la investigación.

En su extenso currículo literario destacan por su valía las revistas que fundó: Verbum (1937), Espuela de Plata (1939-1941), Nadie Parecía (1942-1944) y la más que célebre Orígenes, fundada en 1944 junto a José Rodríguez Feo y que hasta 1957 ocupó un lugar especial en las publicaciones culturales del país y de Hispanoamérica y cuya contribución a la cultura cubana es trascendente.

En la Revista Orígenes se promovieron las tendencias literarias de los autores que reunió: Eliseo Diego, Cintio Vitier, Fina García Marruz, Virgilio Piñera, Octavio Smith, Gastón Baquero, Lorenzo García Vega, además de los españoles, sacerdote Ángel Gaztelu, y el prestigioso escritor español Juan Ramón Jiménez, entre otros.

El grupo de importantes escritores, críticos, pintores, escultores y músicos que se congregó en torno a esta publicación, adoptó finalmente el nombre de la misma y Lezama fue su figura central, y pertinaz alentador.

 «Queríamos hacer tradición, reemplazándola, donde no existía; queríamos hacer también profecía para diseñar el destino y la gracia de nuestras próximas ciudades. Queríamos que la poesía que se elaboraba fuese una seguridad para los venideros. Si no había tradición entre nosotros, lo mejor era que la poesía ocupara ese sitio y así había la posibilidad de que en lo sucesivo mostráramos un estilo de vida. No era pues la poesía un alejamiento, sino que clamaba proféticamente para ser convertida en un recinto tan seguro como la tradición» (1).

Lezama confesaba su fervor hacia la figura de José Martí y las muchas lecturas y estudios que realizó de sus obras; del héroe decía el escritor en su texto «Secularidad de José Martí», en el número 33 de la revista Orígenes: «Si estuviera entre nosotros todo sería distinto»; él es el conjurador de todos nuestros males, el último reducto de nuestra confianza».

Estos sentimientos e ideas eran compartidos con el resto de los miembros de Orígenes, los cuales realizaron una importancia promoción de las ideas del Apóstol, destacándose la consagración de los intelectuales Cintio Vitier y Fina García Marruz.

Sin embargo, no legó Lezama muchos escritos asociados al pensamiento martiano, a pesar de haberlo citado con frecuencia y haber confesado en innumerables ocasiones su admiración sobre todo hacia la doble faceta de Martí, como intelectual y como luchador por la independencia de la patria, de quien decía iba «obligando a todos al heroísmo, a la decisión extrema» (2)

Su novela Paradiso (1966), cúspide de su producción narrativa, junto a su peculiar creación lírica, y su propio estilo de interpretación densa y genuina de lo cubano, le aseguró un lugar sobresaliente en el universo de las letras de Cuba y del mundo y el reconocimiento de la huella enriquecedora que legó a la cultura universal.

Su obra literaria, influenciada por Luis de Góngora y Argote, Stéphane Mallarmé, Paul Valéry, Arthur Rimbaud, el Conde de Lautréamont y Marcel Proust, se caracteriza por la gran erudición enciclopédica del escritor, peculiar talento, virtuosismo en el dominio de la lengua española, hermetismo, simbolismo, humanismo y subjetividad, así como por su penetrante y personal cosmovisión.

En poemarios como Muerte de Narciso (1937), Lezama Lima aúna con su alta pericia y profundidad, filosofía y literatura al igual que en el cuaderno que reúne en 1941 todos sus poemas, Enemigo Rumor el que lo consagra como poeta. Sus palabras argumentan esta unión:  

«En los términos de mi sistema poético del mundo, la metáfora y la imagen tienen tanto de carnalidad, pulpa dentro del propio poema, como de eficacia filosófica, mundo exterior o razón en sí.  Es uno de los misterios de la poesía la relación que hay entre el análogo, o fuerza conectiva de las metáforas, que avanza creando lo que pudiéramos llamar el territorio substantivo de la poesía, con el final de este avance, a través de infinitas analogías, hasta donde se encuentra la imagen, que tiene una poderosa fuerza regresiva, capaz de cubrir esa substantividad. De tal manera que, si me pidiera que definiera la poesía, una coyuntura casi desesperada para mí, tendría que hacerlo en los términos de que es la imagen alcanzada por el hombre de la resurrección». (3)

Antes de 1954 publicó en Orígenes los primeros cinco capítulos de Paradiso, y en 1966 aparece la primera edición completa de esta novela monumento de renombre universal, que consagra definitivamente a su autor que alcanza con ella su madurez narrativa.

En esta historia de carácter universal, por su repertorio de emociones, conflictos y contradicciones humanas, está latente la cubanía en las descripciones, las tradiciones, las costumbres y los elementos de la identidad cultural.

En 1970 Paradiso fue publicada por la editorial mexicana Era, en una edición revisada por el autor, y al cuidado de Julio Cortázar y Carlos Monsiváis.

Precisamente Julio Cortázar (1914-1984), quien fue uno de los primeros escritores acreditados que descubrió la peculiaridad de la obra lezamiana, expresó en su trabajo «Para llegar a Lezama Lima», de 1967, a propósito de la novela coronada del cubano: «¿Por dónde saco la cabeza para respirar, frenético de ahogo, después de esta profunda natación de seiscientas diecisiete páginas? Leer a Lezama es una de las tareas más arduas y con frecuencia más irritantes que puedan darse. La perseverancia que exige el maestro cubano es infrecuente, incluso entre "especialistas”».

La complejidad docta de Lezama hace que sus obras, y principalmente, la novela Paradiso, exijan una profundización de la lectura que es uno de los propósitos del escritor, el cual revela la realidad a través del simbolismo de las imágenes y las metáforas, lo que trata de explicar en su frase: «la imagen es la realidad del mundo invisible». (4)

Su faena literaria se completa con la contribución de su magisterio, pues ha devenido figura ejemplo para varias generaciones de escritores cubanos; los que lo conocieron y recibieron sus consejos acerca de la creación, lo recuerdan como un gran conversador que se apoyaba siempre en su gran ilustración; los intelectuales jóvenes que no tuvieron esta oportunidad han encontrado en sus obras, claves imprescindibles para el buen quehacer literario.

En la entrevista «Asedio a Lezama Lima» que concediera Lezama al periodista Ciro Bianchi Ross, en el año 1975, declaraba el autor de Paradiso:

«Yo creo que siempre he sido un escritor revolucionario, porque mis valores son revolucionarios (...) No he sido un hombre de acción. He asumido la realidad cubana de otra forma; pero nunca he sido una foca

que espera tranquilamente que le tiren la sardina por la ventana. Jamás he puesto la cultura por encima de la vida, ni la vida por encima de la cultura (...) Y quien lea atentamente mi obra verá cosas que, si bien no están en la superficie, están, y constituyen un grito de nuestra generación en defensa de nuestra identidad cultural, en contra de la desintegración y de la frustración política del país».  

 

Notas:

(1) Lezama Lima, José «Después de lo raro, la extrañeza», en Orígenes, núm. 6 (1945), pág. 52.

(2) Lezama Lima, José «Influencias en busca de José Martí» (1955), en Tratados en La Habana, La Habana, Úcar, 1958, pág. 508.

(3) Lezama Lima, José Orbita de Lezama Lima. Edic. cit.p.35

(4) Álvarez Bravo Armando, La imagen poética, realidad del mundo invisible Órbita de Lezama Lima publicada en 1966 por Ediciones Unión. 

 


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte