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La programación musical de la televisión puede aspirar a mucho más


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En los últimos tiempos los espacios musicales de la Televisión cubana, a pesar de  numerosas propuestas surgidas, incluidas las de la programación de verano y fin de año, han sido más de lo mismo. Salvo excepciones con guiones coherentes y han podido imbricar intérpretes de diversos estilos, personalidades de la cultura, del deporte e incluso a personas de pueblo que se destacan por algo en especial; las puestas en escena, los estilos de conducción se repiten en uno y otro, y solo el carisma del presentador e incluso de los invitados son los elementos que permiten distinguir.

Por otra parte, el número de programas musicales que usan el video clip como núcleo central de su puesta ya son demasiados, con diferencias mínimas entre ellos, y se repiten las fórmulas de un canal a otro.

Teniendo en cuenta estos aspectos, que no creo dependan totalmente de la creatividad de sus realizadores sino de déficits materiales que también frenan puestas en escena de más altos vuelos. Con estas limitantes, la tendencia al facilismo se impone, por ello es necesario destacar lo que supera las expectativas de quien como televidente se sienta a disfrutar de un momento de distracción.

Como parte de la programación de fin de año se exhibió el programa Entre surcos de cuerdas, dedicado a la figura de Polo Montañez, con guión y puesta en escena del periodista, guionista y conductor  Luis Hidalgo. Y este espacio marcó una diferencia. Con una propuesta de guión que no creo haya desbordado  los costos de producción de un gran musical, Entre surcos de cuerdas rindió homenaje al fenómeno artístico que resultó ser el desaparecido Polo Montañez, un Guajiro natural como él mismo se definía, que de manera autodidacta llegó a ser uno de los cantantes más admirados, precisamente por componer desde la naturalidad de su identidad y cubanía, no solo en Cuba sino también en varios países de América  Latina.

Luis Hidalgo fue engarzando de manera muy efectiva múltiples entrevistas que les realizara a Polo Montañez, desde el telecentro pinareño, junto a otras de familiares, amigos, representantes de las disqueras para las que grabo, personalidades que tuvieron la oportunidad de compartir con él, entre otras figuras, y reunió a un grupo de conductores, entre los que se encontró Rosalía Arnáez, quien le hiciera la primera entrevista televisiva a Polo Montañez. Pero en mi opinión lo más significativo de este programa, junto al valor testimonial que logró acumular Hidalgo a partir de la investigación que se advierte de fondo en la estructura del programa, fue la dirección musical para la que logró reclutar al músico y compositor Edesio Alejandro.

Muy buenos arreglos en piezas de la autoría de Polo Montañez defendidas por intérpretes que por primera vez se enfrentaban a sus composiciones, una cuidada selección de las canciones, atendiendo a las cualidades vocales de quienes conformaron el elenco del programa, y el empaste muy original, de las voces de jóvenes valores de la canción con la inconfundible del Guajiro natural, resultaron los mayores atractivos de este programa que resultó un producto  refinado y de muy buen gusto para ser recibido por un público de cualquier edad . En mi opinión, sobraron algunos parlamentos de los conductores que se tornaron reiterativos y un poco melosos, para algo que ya tocaba la sensibilidad por ser el homenajeado un artista que supo conquistar el corazón de su pueblo. Pero lo más importante es que programas como este deben servir de ejemplo, de una propuesta que con pocos recursos y creatividad para convocar a un elenco de lujo, pueden llegar a ser lo que precisamente, estamos tratando de promover en la programación musical de nuestra televisión.

En la historia de la música cubana contamos con leyendas que han marcado hitos en su devenir, tomar iniciativas como esta para que los más jóvenes conozcan de donde vienen determinados ritmos, composiciones emblemáticas, y de conocer a profundidad  figuras que, para los que tuvimos la oportunidad de compartir el tiempo en que estuvieron, nos dan la posibilidad de volver a revivir sus creaciones, y para los más jóvenes, conocer los verdaderos valores de nuestra música. Esta fue una muy válida opción para dar nuevos rumbos a la programación musical de la televisión y considero que uno de los mayores aciertos fue contar con un director musical de altos quilates. La música popular tiene todo el encanto y la alegría que nos identifica, proyectar programas que vayan más allá de la simple de presentación de la orquesta de moda, de la entrevista sobre sus proyectos más inmediatos y de recordar figuras a partir de retomar una canción o una anécdota, puede ser un objetivo que ya supo adelantar el Entre surcos de cuerdas, dedicado a la figura de Polo Montañez.           


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