Otra de las teorías acerca del origen de la ..."/> Otra de las teorías acerca del origen de la ..."/> Portal Cubarte  -  La voz atorrante en América (III parte y final)

La voz atorrante en América (III parte y final)


la-voz-atorrante-en-america-iii-parte-y-final

Entremos a analizar otra de las teorías acerca del origen de la palabra atorrante.

Recordemos que el Diccionario del español del Uruguay nos dice que atorrante proviene de atorrar. ¿Y qué significa atorrar en Argentina y en Uruguay? Pues expresa este lexicón del Uruguay que tiene dos acepciones, las cuales da como uruguayismos: La una es boludear, que es ‘perder el tiempo’, y es sinónima de atorrantear. La otra quiere decir apoliyar, palabra que proviene de otra italiana, apollaiarsi y que significa ‘dormir’.

Pero el Diccionario del habla de los argentinos también nos ofrece  dos significados de atorrar. El primero, que proviene del lunfardo, es ‘dormir’. Y el segundo quiere decir ‘vagar al modo de un atorrante’.

En cuanto a atorrar, algunas personas nos dan fe de que es un verbo del cual se tiene noticia escrita mucho antes de que apareciera en blanco y negro la voz atorrante.

Ahora bien, se tiene conocimiento que en un artículo de Benigno Baldomero Lugones (1), titulado “Los caballeros de la industria”, que vio la luz en el diario La Nación, de Buenos Aires, el 6 de abril de 1879, se cita por primera vez en blanco y negro el verbo atorrar, y este trabajo apareció cuatro años antes que el de 1883 donde se citó por primera vez el vocablo atorrante.

¿Y cuál es el origen de esta palabra del lunfardo, atorrar? Según el especialista principal José Gobello (2), presidente de la Academia Porteña del Lunfardo (3), en su Nuevo diccionario lunfardo (1998), nos dice de atorrar: ‘Dormir’. Y continúa: “De origen incierto. Sobre este término, Eduardo Gutiérrez creó el término atorrante para designar a la persona que, apartada de la convivencia, se entregaba a la mendicidad y pernoctaba preferiblemente en los caños de las obras de salubridad, antes de que ellos fueran emplazados definitivamente. Este vocablo pasó a significar luego «vago, que anda de una parte a otra sin oficio y limosneando»”.

Y a continuación, Gobello ofrece otros significados de atorrante que ya hemos apuntado por aquí. Y finaliza así: “Directamente de atorrar proceden atorro, ‘sueño, acto de dormir’, y atorradero, ‘dormitorio, lugar destinado a dormir’.

Tiempo atrás, en su libro Vieja y nueva lunfardía (1963), Gobello decía: “Quizás sea prudente pensar en atorrar como en una palabra de importación por muy porteña que parezca. Más porteño (4) que pibe no hay y la trajeron los inmigrantes”.

Según datos censales, entre 1871 y 1880 ingresaron en la Argentina más de doscientos sesenta mil inmigrantes, muchos de ellos fueron a poblar los campos de Buenos Aires.

Más datos nos ofrece el sacerdote y lingüista chileno Camilo Ortúzar: “Asegúrase que en 1886, sólo á Buenos Aires, llegaron 70,000 inmigrantes; y en 1887 más de 120,000, cuyas dos terceras partes, por lo menos, eran italianos”. (5)

Esto da sustento a la tesis de Gobello acerca de la “[...] posibilidad de que la mayoría de los vocablos lunfardos sean voces importadas sometidas a mudanzas y enriquecimientos por el uso y el cruce con palabras y modismos propios del país”. No resulta aventurado suponer que ciertas palabras se hayan podido incorporar al habla popular bien en las casas de vecindad —que en la Argentina y Uruguay reciben el nombre de convento o conventillo— o bien en los establecimientos del campo bonaerense expendedores de bebidas o hasta en las mismas cárceles, y todo esto, sin que ocurriera constituir en su conjunto lo que se pudiera denominar “una jerga profesional del delito”.

He aquí otra teoría:

Esta surge de los apuntes que hace Juan Manuel Oliver (6), que trae un artículo referido a Viejos de los torraos (o torrados), el cual dice que se trata de una expresión despectiva que se aplicaba a personas de mucha edad que, por no poder hacer otra cosa, vendían torrados, esto es, ‘garbanzos tostados’, y otros frutos secos en tenderetes o lo hacían de modo ambulante por las calles.

Y, seguramente, esto llevó a Gobello (en su libro Vieja y nueva lunfardía, de 1963) a decir de este otro “conato etimológico de bastante circulación”: “[...] en los almacenes de fin de siglo [se refiere al siglo XIX], cuando aparecía algún desocupado en busca de trabajo, lo empleaban en torrar [tostar] café. Se dice que por entonces todos los almacenes ofrecían el espectáculo de un sujeto mal entrazado, junto a una tostadora, a quien, porque torraba café, lo llamaban atorrante”.

Finaliza Gobello expresando que esto le fue comunicado en su momento por el “venerable Julio Castellanos”. Pero Gobello no está totalmente de acuerdo con que el verbo torrar debió significar ‘tostar’ y no ‘dormir’. Sin embargo, es posible que se haya deformado esta versión a través del tiempo.

Por su parte, Ricardo Ostuni (7) cuenta que una historia similar le fue narrada hace años, pero con un dato que podría cambiar las objeciones de Gobello. Le dijeron que en los finales del siglo XIX a los vagabundos se les permitía dormir sobre las bolsas de café por hacer el trabajo de tostar el grano y que podría ser que de ese hecho hubiera nacido el verbo atorrar con la significación de ‘dormir’.

Ahora expongo la cuarta y última teoría acerca del origen de la voz atorrante:

Si vamos a ver, con la grafía torrent, se escribe en tres idiomas: francés, catalán e inglés, lo que en castellano equivale a ‘torrente’; ‘raudal’. Quizás, por eso, las investigaciones que hizo el historiador Jorge Alberto Bossio se centraron en Barcelona y otras ciudades españolas en que se habla el catalán. En español, torrente es ‘corriente o avenida impetuosa de aguas que sobreviene en tiempos de muchas lluvias o rápidos deshielos’, y raudal quiere decir ‘caudal de agua que corre violentamente’.

Y surge otra teoría más:

Hasta hay personas que dicen que, a lo mejor, seguramente, la inscripción en los caños estaba escrita con mayúsculas sostenidas y no existía ningún punto después de la letra “A”, ni esta como se acostumbra cuando se usa mayúsculas sostenidas y más en aquella fecha de finales del XIX, no llevaría acento, y que la inscripción bien pudiera ser à torrent, en francés, lengua tenida por universal en la época, que se pronuncia “a torant” y que significa en español ‘a chorro’, ‘a raudal’.

A pesar de tantas versiones del origen del vocablo atorrante y sus diferentes significados, no he podido llegar a encontrar cómo fue que llegó a nuestras costas cubanas, que todavía no aparece registrado en uno de los diferentes  vocabularios de cubanismos, en su acepción de ‘persona cargante, machacona, insistente, pedante’.

 

Notas

(1) Benigno Baldomero Lugones (1856-1884): Escribiente policial y periodista, reconocido como uno de los más notables estudiosos del lunfardo.

(2) José Gobello (1919-2013): Escritor, poeta y ensayista argentino especializado en el lunfardo. Presidió la Academia Porteña del Lunfardo hasta su fallecimiento, a los 94 años. Lo conté entre mis amigos.

(3) Academia Porteña del Lunfardo: Desde que en 1953 José Gobello publicó Lunfardía, transfirió el estudio del lunfardo de la Criminología al de la Lingüística. La Academia se dedica a los estudios lingüísticos del lunfardo.

(4) Porteño, porteña: Natural de la cuidad de Buenos Aires. 2. Perteneciente o relativo a la ciudad capital de la República Argentina.

(5) Camilo Ortúzar: Diccionario manual de locuciones viciosas de correcciones de lenguaje, 2da. ed., Escuela Tipográfica y Librería Salesiana, Sarriá-Barcelona, 1902, p. XVII.

(6) Juan Manuel Oliver: Diccionario de argot, Madrid, 1991.

(7) Ricardo Ostuni (1937-2013): Poeta, escritor y ensayista argentino.


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte