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Liliana María Gómez Luna: Uno vive a través de lo que lee


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Liliana Gómez Luna.

Descubrí a Liliana Gómez Luna (1) hace muchos años. Sugestionado por la portentosa experiencia de lectura de un libro suyo de conocimientos científicos para jóvenes, tuve la suerte de dialogar largamente con ella durante una Feria Internacional del Libro y solo entonces tuve la certeza de estar frente a una verdadera escritora, de esas que abordan cualquier tema, por árido que fuere, con tal donaire y soltura que la palabra vuela libre y diáfana como una ola y llega a nosotros en una brisa fresca y llena del aroma inefable de mundos lejanos. Escribir sobre temas científicos es algo que demanda, en mi concepto, doble esfuerzo del que trabaja el asunto y la palabra, sobre todo porque si se concibe el texto para las primeras edades, se requiere de una síntesis e imaginación tales para captar a un lector no cómplice, que el autor debe poner, no solo lo mejor, sino el doble de sí. Y eso es Liliana, una escritora, no solo bien informada, sino culta y sensible, que con sus obras nos abre nuevos universos, dotados del mejor sentimiento de amor por el medio ambiente, que ella misma profesa por cada ser o paraje que en sus páginas se propone rescatar para nosotros…

¿Existe para ti una literatura infantil? ¿Una LITERATURA? O simplemente, ¿literatura para personas?

    

Antes de darte mi criterio, me gustaría mencionar algunos aspectos relevantes para poder argumentar: lo primero es que la literatura escrita para niños ha pasado a ser casi un fenómeno comercial; hoy su producción es enorme, así como el volumen de beneficios económicos que genera. Sin dudas, ello trae un impacto social y una serie de contradicciones, de aquí las interrogantes y la polémica. Lo segundo es que no podemos abstraernos de la dinámica de la época que vivimos: la llamada era del conocimiento. Los niños y jóvenes tienen acceso a mucha información, lo que hace que amplíen su universo de lectura, si tienen una motivación personal, o bien opten por rechazar esta experiencia. La gestión del conocimiento es cada vez más individual, y en muchas ocasiones, las fuentes de información están en textos que no se han escrito precisamente pensando en los niños. Otro aspecto que no puede obviarse es la propia evolución del concepto de infancia o niñez, como etapa diferenciada de la vida, así como el valor y tratamiento de todo lo que le concierne. La demanda de obras específicas para este período de la vida, surge con la intención de que el niño pudiera vivir experiencias cercanas, diferentes a las de los adultos. Sin embargo, la mayoría de los textos clasificados como literatura infantil se han escrito sin excluir la intención de motivar a los lectores adultos. A lo largo de la historia de la Literatura Universal se han registrado desaciertos al escribir una literatura especialmente concebida para la infancia; desaciertos ligados a obras escritas por autores improvisados, personas con las mejores intenciones que pretendían crear un niño perfecto, ajeno a las penas y conflictos terribles de este mundo. Definitivamente, estoy a favor de una LITERATURA. Obviamente los códigos para el acercamiento varían de un público a otro. No es lo mismo escribir para que el texto sea comprendido por niños menores de 6 años, que dependen de un adulto para leer, que si nos dirigimos a niños entre 6 y 8 años o a jóvenes. En todo momento hay que considerar los niveles del conocimiento, los intereses que mueven el grupo etario, la dosificación del contenido, el vocabulario, el contexto y la capacidad para asimilar una u otra información. Sin dudas, se pueden atender singularidades, pero la Literatura es una, y su intención ha de ser el mejoramiento continuo. Creo en una LITERATURA como creo en la LITERATURA CUBANA, en la que unos tenemos la responsabilidad de tejer la trama espiritual desde la infancia, para que no tengamos luego necesidad de reconstruir la de toda una nación.

¿Qué piensas de la infancia?

   

Es un estado divino del alma en el que toda la savia te curte, para bien o para mal… es un período de aprendizaje, un momento en que eres muy vulnerable y lo que pasa a tu alrededor te deja huellas indelebles. Quizás por eso es tan necesaria la felicidad en estos años de nuestro ciclo de vida. La infancia es un período de aprendizaje, reconocimiento y adaptación al contexto social; efectivamente es un momento en que se es muy vulnerable, etapa ideal para ser feliz; considerando, además, que la felicidad es un derecho. Se es feliz con poco en la niñez, pero la palabra bienestar es clave y esto incluye varias dimensiones, que resuelvo con pocas palabras: educación, salud, armonía, amor filial, juego, participación, diálogo, inserción social y respeto. Es cierto que lo que pasa a tu alrededor durante la infancia te deja huellas, mucho más si se considera que a esas edades no tienes una configuración acertada del mundo, ni una definición completa del carácter. Sin embargo, es errado considerar que, para lograr una niñez feliz, el niño debe estar ajeno a su realidad; educar niños ajenos a su realidad no es el ideal de felicidad. Para poder sembrar sin miedo a que llegue la hora de la cosecha hay que mantener a los niños fuera de las burbujas que les inventamos. La infancia es un estado divino… de la inocencia. Enajenar a un niño es engendrar un adulto irresponsable y egoísta, que no va a poder comprometerse con nada, porque no tiene aptitud para ello. Los niños deben reír, soñar, y de vez en vez, llorar, sólo así podrán aprender a respetar y a amar.

¿En tu concepto los niñ@s leen hoy día más o menos que antes?

Los niños de hoy pertenecen a una generación digital; a una época donde el desarrollo científico y tecnológico signa el desarrollo a escala global. Hoy se habla de ciberespacio, redes sociales, manipulación genética, transgénesis, clonación, cambios climáticos; vivimos un acelerado desarrollo tecnológico; la idea de la globalización y todas las contradicciones que genera han moldeado la dinámica social; todo ello obliga a un redimensionamiento de la propia dinámica del ejercicio literario, si bien considero que hay dos cosas que pueden salvarnos: la espiritualidad, como actitud hacia la vida y amor en su ejercicio constante. Los niños leen menos, pero son más astutos y tienen acceso a otras fuentes de información en las que el sentido de la vista y la audición han sido mucho más privilegiados que el del tacto. Prefieren…. que se lo cuenten, los textos cortos, pocas descripciones, y van perdiendo así habilidad e interés por la lectura y la comunicación oral, mientras ganan en control muscular y en conocimientos informáticos. Muchos aman los videojuegos, casi puedo afirmar que viven a través de estos; otros llegan a extrañar sus sesiones en las computadoras. Los padres cuentan con orgullo cómo su niño es capaz de hacer esto y lo otro en su PC o en la laptop; pero muy pocos presumen de lo buen lector que es su hijo. El niño corre el riesgo de perder su capacidad de abstracción porque todo viene con imágenes preconcebidas y se deja poco espacio a la creatividad. Prefieren el lenguaje directo a la metáfora, a tal punto que a veces no pueden interpretar frases o versos, por limitaciones en este sentido. Esto es un reto para los escritores, editores, diseñadores e ilustradores, porque un libro bueno resulta de la interacción armónica de todos ellos; también lo es para maestros, padres y tutores. Para los niños, la ilustración y el color constituyen un complemento valioso; por supuesto el texto debe ser cercano a sus intereses y tener suficiente gancho para atraparlos. Entonces, estamos hablando de arte, no de improvisación. La dificultad mayor que enfrentamos los que escribimos pensando en los niños es que competimos con herramientas atractivas e interactivas que atrapan desde el primer momento y son capaces de mantener el nivel de atención del niño en el tiempo. Sencillamente hay que producir un libro para estos tiempos, y digo producir y no escribir con toda intención. El reto es que el niño pueda vivir a través de la lectura y que guarde al menos un libro como un tesoro. Que descubra él mismo la literatura y encuentre en el camino su libro favorito.

¿Qué piensas del tono que deben tener las historias para niñ@s?

Creo que escribir para niños implica retos desde el punto de vista ético como, por ejemplo: no subestimar su inteligencia, no trabajar lo instructivo solo a nivel reproductivo; no se debe escribir con limitaciones de vocabulario por miedo a que el niño no entienda, he aquí la necesaria maestría del escritor. Las historias no deben ser banales ni rosas, hay que pintar la realidad haciendo uso de todos los pinceles y colores; el tono ha de ser realista. Según Piaget, el niño crea como mecanismo natural para descubrir su entorno; ese proceso creativo puede facilitarse a través de mecanismos como la lectura, siempre que lo que se lea refleje, de cierto modo, la realidad más cercana; y en sentido general, la realidad. La fantasía, mitos, cuentos y leyendas, abundan en la literatura; aventuras, viajes por mundos fantásticos e inexplorados, diarios. En todas las obras exitosas la realidad siempre está tratada, con maestría, de algún modo: los conflictos de familia, el amor, la amistad, las carencias, las pérdidas, la mentira, los sueños. El escritor puede tomar ventaja si sabe acercarse a la esencia espiritual de la personalidad infantil, para lo cual hay que asumir la responsabilidad de entender sus motivaciones, su perspectiva, su realidad, su capacidad para entender y hacer versiones de esa realidad, desde su entendimiento. No se puede subestimar la inteligencia de un niño, ni ignorar su experiencia de vida. No se puede adornar la realidad con falsas imágenes porque el niño puede, en medio de la confusión, rechazar para siempre este modo de difundir ideas, sentimientos y saberes, que es la literatura. Durante la infancia y la juventud, la literatura funciona como un mecanismo formativo-rector, que contribuye con el acercamiento del niño y el joven a su contexto social, para una inserción más armónica. Al escribir para que los niños se incluyan entre los lectores potenciales de una obra, la intención cambia, los modos de comunicación varían y lo contextual adquiere particular relevancia. El corpus de una obra que pretenda captar la atención del público infantil debe atender lo diverso, para lograr una mejor representación de la realidad y llegar a más lectores. Al niño también le afecta la realidad, su crecimiento está condicionando esta, por tanto, debe tener al menos una noción de dicha realidad. Hay gran diversidad entre los niños, en sus vivencias, en la percepción y visión que tienen de la realidad, en sus intereses presentes y futuros, así como hay diversidad en la manera en que vemos al niño, y en los modos de convivir con este. Toda esta diversidad debe reflejarse en la literatura para que sea más rica, sugerente, auténtica y para que cada vez tenga más adeptos, entre los adultos. Los intereses han cambiado, la propia dinámica social marca al niño desde edades tempranas, y el tono de la literatura escrita para el público infantil ha de responder a estos cambios para poder atraer la atención (en primer lugar), y luego, constituir una experiencia que garantice el desarrollo del hábito de lectura, para que definitivamente esta forme parte de su vida. Considero, no obstante, que lo más importante, sea cual sea la intencionalidad de una obra literaria, es entender que el niño se educa, no se domestica; se instruye, no se manipula.

¿Eres parecida a alguno de los personajes de tu obra?

Estoy repartida por todos mis personajes; unos me dibujan mejor que otros. Me parezco a la Tía Beatriz de El último nido, a Tencha Guanahacabibes, la caguama, a Silvia, la gaviota (También a Turo); Pteris, la ostra perlera de El sueño de Filopterix tiene un poco de mi esencia. He sido pájaro, pez, molusco, abeja, mariposa, flor; viajo con los personajes que invento, calculo distancias con rigor, consulto atlas, mapas, sitios web de instituciones prestigiosas, artículos científicos publicados en bases de prestigio internacional, incluso contacto a científicos expertos en determinados temas, no importa dónde estén, para trabajar con información de primera mano. Lloro, me enamoro, río y matizo las historias con experiencias vivas (mías y de otros), y sobre todas las cosas aprendo y con el asombro de lo nuevo, trasmito cada cosa que descubro. Mi personalidad está en el libro, desde la dedicatoria hasta la última letra.

¿Cómo concibes idealmente a un autor para niñ@s?

Sensible, creativo, apasionado, responsable, curioso, estudioso, observador, bien preparado, culto y abierto a las críticas; altruista, respetuoso, tolerante, innovador, con una elevada espiritualidad. Sin embargo, lo más importante es que entienda el compromiso social que asume. Esto es fundamental, no sé si debo aprovechar la pregunta para expresar una preocupación. No voy a hablarte de la calidad literaria de una obra, sino más bien de su argumento, de la impronta de su autor. A veces lo que se escribe no aporta experiencias de la que emerjan valores, o bien no se le permite al lector el auto enriquecimiento espiritual. La obra es un reflejo del autor, y hay que tener cuidado, con las pasiones, los intereses, los fanatismos, las ambiciones, los conflictos, los prejuicios; se puede ensombrecer fácilmente la esencia espiritual de lo que uno escribe si no se parte de la premisa que los escritores tenemos una responsabilidad suprema con el público infantil.

¿Piensas que exista un punto de vista femenino al escribir para niños?

Creo que de cierta forma… sí, es imposible separase del condicionamiento bio-psico-social ligado al género. Hay detalles sencillos, prácticos, que tocan el tema del género; por ejemplo, cuando tengo que trabajar personajes masculinos me cuesta mucho abstraerme. Una de las tareas más difíciles para mí ha sido lograr el personaje de Turo el “Monólogo Gaviotínico desde un peñasco de la bahía”; quien cuenta la historia es una gaviota. Me encantan las gaviotas, las conozco bien, pero ser un gavión me costó trabajo. Es el cuento que más horas demandó de mí. Lo leí y volví a leer por si dejaba huellas, y al final le di una solución al asunto: por si había excesos y Turo era muy sensible, lo hice poeta. Los otros personajes masculinos han sido menos difíciles. El punto de vista femenino viene a veces convoyado con lo maternal, ese sentimiento protector, la visión de las cosas, es imposible dejar a un lado la esencia de uno; siempre se matiza lo que hago, todo lo que hago con mi visión del mundo que, sin dudas, está en parte condicionada por mi género, de aquí mis experiencias de vida, pero creo que eso también le da un toque de autenticidad a lo que escribo.

Aparte de tu profesión actual, ¿qué otra cosa te hubiera gustado ejercer?

Diseñadora o Chef de cocina.

¿Qué profesión nunca ejercerías?

Herpetóloga.

¿Reconoces alguna influencia de autores clásicos o contemporáneos?

Un poco de Martí hay en todo lo que hago; martiana hasta la médula, no quito que en mi estilo asome un poquito de su luz o al menos esa preocupación constante por el mejoramiento humano, ese afán por hacer que crezca el grupo “de los que aman y fundan”. Julio Verne y el sabor de la aventura por mundos desconocidos también ha influido; Dora Alonso con todas sus historias en las que personajes fantásticos, animales y seres humanos conviven con naturalidad, también se reconocen en mi estilo. Nunca olvidaré mi primer encuentro con Martín Colorín, quien de tanto mirar el mar durante años desea que todo cuanto lo rodea sea azul, y termina por teñirlo de ese color. Quizás por eso mi primer libro de poesía: Mutaciones en el azul.

¿Cuáles fueron tus lecturas de niña?

Leí mucho, pero combinaba libros de literatura con atlas, diccionarios, enciclopedias, libros de arte (me fascinaba ver pinturas al óleo, acuarelas). El Libro de las Maravillas de la Naturaleza, El de los 1000 cuentos, La serie ilustrada de los animales. Leía esos libros una y otra vez: animales de los ríos, de los hielos, de la tierra… Martí siempre, desde niña: su prosa, los versos sencillos, los aforismos, La Edad de Oro; Julio Verne (Viaje al centro de la tierra, Veinte mil leguas de viaje submarino, La vuelta al mundo en ochenta días); los cuentos de los hermanos Grimm; Colmillo Blanco. Tuve una época en la que leí mucha literatura rusa. Me gustaban, aún me gustan mucho, los libros de geografía, los mapas. Leí varias veces Pinocchio; La isla del tesoro, Los viajes de Gulliver, Alicia en el país de las Maravillas, Peter Pan, Corazón, El Principito. También recuerdo Oros viejos, Shakuntala, Don Quijote de La Mancha, Las mil y una noches, Platero y yo y los cuentos de Dora Alonso (El cochero azul, El valle de la pájara pinta, El caballito enano). Tengo felices recuerdos de mis lecturas durante la infancia. Y puedo decir con orgullo que durante mi niñez y adolescencia tuve excelentes profesores que me invitaban a leer; a ellos les debo el haber leído con pasión muchos libros.

¿Cuánto de literatura y cuánto de ciencia hay en el género que tan exitosamente cultivas y que te ha valido varios reconocimientos?

Trato, como martiana, de poner la ciencia en lengua diaria, pero cuidando mucho cada detalle para que no acusen a mi fantasía de ciencia ni a mi ciencia de fantasía. Hay algo que no puedo hacer en la ciencia, que resuelvo en la literatura: volar; y créeme, necesito de esos vuelos para vivir. En lo que escribo hay ciencia disfrazada; en lo que investigo, poesía. Trabajo feliz en ambas direcciones. Martí dijo frases bellas y sabias sobre ciencia y literatura; hablaba de “fundar la Literatura en la ciencia”, apuntó que “Nada sugiere tanta y tan hermosa Literatura como un párrafo de ciencia”. Desde entonces advertía la necesidad de la comunicación científica, que aún es un reto para la ciencia. Por otra parte, creo en la necesidad de desarrollar el pensamiento científico desde edades tempranas, por el bien de la sociedad; por lo que el desarrollo de textos para apoyar la enseñanza con bases científicas ha de constituir una obligación permanente que debe atenderse, desde la ciencia y desde la literatura.

¿Cómo te insertas en el panorama de la llamada literatura infantil cubana?

Realmente comencé a escribir mis libros porque sentí la necesidad de comunicar la ciencia de un modo diferente; quise comenzar a contar algunas verdades, con cierto “vuelo”. Este tipo de literatura, así como algunas de mis obras científico-técnicas, con una intención ya más directa, como la Pequeña Enciclopedia del Medio ambiente y los dos libros de Curiosidades, constituyen soporte para la educación científica. El desarrollo del pensamiento científico desde edades tempranas es vital para la evolución en positivo de una sociedad. Lo primero que hice fue… podemos decir que… Ciencia para niños; mi primer libro, el de las Curiosidades I, fue un regalo que le traje a mi hija cuando culminé mi doctorado. Durante ese tiempo tuve acceso a mucha información. La biblioteca de la universidad de La Coruña, tenía un servicio excelente, desde entonces. Dedicaba una hora cada día para buscar noticias, hallazgos científicos. Con el mismo rigor con que buscaba información para mi tesis, lo hice para este libro. Consulté mucha literatura científica, intercambié con más de veinte científicos de varias partes del mundo para esclarecer algunos asuntos que a veces no se trataban con toda claridad en los artículos, o había cierta ambigüedad. Lo traje al mundo como se trae un hijo, así comenzó esta historia. Los libros, al principio causaron cierta polémica, el asombro de unos, la preocupación de otros. Luego vino la etapa de insertar elementos científicos en textos narrativos, con la intención clara de desarrollar el pensamiento científico desde historias, cuentos, viñetas, fábulas, poemas; así nació … Cuentan que en una bahía (mi preferido) y luego llegaron los otros. En el país hay todo un movimiento de escritores que producen obras para los más pequeños, con mucho éxito. Puedo hacerte una lista de buenos libros, y buenos escritores. También, con un poco de dolor, puedo hacerte otra lista. Escribir para el público infantil es una gran responsabilidad y no todo el mundo está preparado para ello. Creo que mi obra se inserta de manera coherente en el universo literario y ocupa un espacio, que necesita muchas más contribuciones, en el que me beneficia moverme en el mundo de la ciencia y sentir pasión por la literatura. Puedo decir que aproveché este espacio para encender mi luz y ponerme a escribir; no he podido apagarla nunca más. Vivir en esta frontera entre ciencia y arte es todo un reto, la velocidad con que nacen los sueños es increíble, la necesidad de conciliar un mundo con otro, debido a la dependencia que tenemos del tiempo, se vuelve una tarea a veces imposible; surge una idea de un lado con un nuevo proyecto del otro y no puedes abandonar ninguno… a veces cierro los ojos para no pensar en nada y cualquier imagen o palabra me lleva de vuelta al mismo lugar. Vivo cuidando los excesos, no puedo permitir que adviertan fantasía en mi ciencia, eso jamás, ni mucha ciencia en mi fantasía. Creo que este tipo de literatura es necesaria, y aunque dirijo la mirada al público infantil, escribo para todos: niños, jóvenes y adultos; ayudo a movilizar el conocimiento con un lenguaje sencillo, pero insertando términos científicos, que ya hay que “popularizar”. Pretendo que mis libros promuevan el diálogo generacional, el hábito de ir a un diccionario; que sirvan a los maestros como herramienta didáctica. Sé que entre nuestros buenos escritores hay un afán por darle un carácter nuevo a la literatura cubana; esta maravillosa lucha por el mejoramiento humano se advierte en muchas obras para niños y jóvenes. Considero que estamos lejos del estado ideal, pero es importante poder identificar los textos en los que se advierte esta intención, para darles la divulgación que merecen.

¿Qué atributos morales debe portar consigo un buen libro infantil?

Hay aspectos clave en la educación que he aprendido durante mi ejercicio docente que pueden ayudar a escribir un buen libro, incluso en pequeñas dosis: inculcar la disciplina1, promover el diálogo2, respetar la diversidad3, promover una vida con decoro4, dignidad5y decencia6; esta es mi regla de las 6D. Un buen libro debe promover la espiritualidad, el respeto hacia los demás y hacia todas las formas de vida, el espíritu de solidaridad, lo ético como principio básico, el deseo de aprender y crecer, el amor al trabajo y a la naturaleza, la integridad, la tolerancia, el orden, la conciencia social, la identidad y la voluntad para obrar bien.

¿Podrías opinar de la relación autor-editor?

Deben ser un equipo. En esta relación debe primar la ética, el respeto mutuo y el compromiso con la obra, que es en definitiva una responsabilidad social. El que estemos trabajando con un público diana como los niños hace que el trabajo sea aún más exquisito. He tenido muy buenos editores, puedo sentirme orgullosa de haber trabajado con Zeila Robert, Josefa Quintana, Asela Suárez, Lina González y Orestes Solís. Cada uno tiene su “librito” y esto me ha enriquecido. El editor debe respetar el carácter de la obra, la impronta del autor. El autor debe ser receptivo. Ambos deben estar convencidos de que, de esa interacción, cuando menos, debe salir un libro con una calidad muy superior, pero con la misma esencia del libro original.

Si tuvieras que salvar solamente diez libros de un naufragio, ¿cuáles escogerías? ¿Alguno de los que has escrito?

Los que he escrito los llevo en la mente y el corazón, quizás salvara uno, como prueba de que escribí un libro. Realmente, me pones en un aprieto. Tendría que dejar mis libros de Bioquímica y Microbiología, las claves dicotómicas para clasificar fitoplancton (son más de veinte). No me gustaría dejar atrás el Atlas de Cuba, ni mi diccionario ilustrado ¿me los puedes llevar tú?, para yo poder llevar al menos un libro de poesía… Considerando que pudiera llevar solo 10 no dudaría: las obras completas de Martí1, El tesoro de la juventud2, Alicia en el país de las Maravillas3, La isla del tesoro4, Veinte mil leguas de viaje submarino5, el Diario de Charles Darwin6, El Quijote7, Los pilares de la tierra8; las obras completas de la Loynaz9 y para terminar, salvo uno de mis libros: Trichencho: el manatí más simpático de Las Antillas10, no como prueba de que escribí un libro, sino para leerlo cuando pase el tiempo y revivir aquel día en la bahía de Taco. Y es que uno vive a través de lo que lee y enriquece la lectura con sus experiencias; en este juego se despierta el alma.

 

Nota:


(1)
(Santiago de Cuba, 1967). Escritora de temas científicos. Ha publicado, entre otros: Libro de Las Curiosidades I. Premio La Rosa Blanca, Editorial Oriente. Año 2000-Reeditado 2003; Pequeña Enciclopedia del medio ambiente, Editorial Oriente, 2002-2004; Medioambiente e Identidad. Enfoques para la sustentabilidad de un bien común, Siglo XXI Editores, 2003. Premio Internacional al Pensamiento Caribeño Ambiental, Quintana Roo; Cuentan que en una bahía, Editorial Gente Nueva, La Habana, 2004. Premio Nacional La Edad de Oro; Mutaciones en el azul (Poesía). Premiado en Concurso Provincial Décimas de Amor. Ediciones Santiago, 2005; Libro de las Curiosidades II, Editorial Oriente, 2007; Cuentan que en el mar profundo…, Ediciones Caserón. Premio Nacional José María Heredia; La historia de Trichendo: el manatí más simpático de Las Antillas, Editorial Oriente, 2011 y El último nido, Ediciones Santiago, 2012.

 


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