La ceremonia de entrega del Premio Nacional de Literatura a Lina de Feria Barrio, y del Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas a Alberto Prieto Rozos, tuvo lugar en la sala Nicolás Guillén de la Fortaleza San Carlos de La Cabaña, sede de la 29 Feria Internacional de Libro, FILCUBA 2020.

Los lauros fueron entregados en ambos casos, por Alpidio Alonso, ministro de Cultura en presencia de Juan Rodríguez Cabrera presidente del Instituto Cubanos del Libro, escritores, artistas, funcionarios del sector, amigos y familiares de los premiados.

Cuando fue mencionado el nombre de la admirada poetisa por primera vez en el acto, el auditorio de pie, le dedicó una larga y fuerte ovación.

El acta del jurado que le confirió unánimemente el galardón, reconoce la calidad y persistencia de su poesía entrañablemente humana; que su obra ha sabido abarcar los problemas del individuo y de la sociedad; su peculiar relación con el lenguaje, y sus aportes a la poesía cubana.

El escritor y profesor Francisco López Sacha, miembro de ese jurado, tuvo a su cargo las palabras de elogio, que bajo el título «Oración para Lina de Feria», constituyeron una hermosa pieza literaria y un sentido homenaje que en su inicio expresa: «Tal vez toda la fuerza, y toda la concentrada intensidad de la poesía de Lina de Feria se deba a que escribe para mostrar la luz».

Sobre su extensa obra literaria señala en una de sus partes:

«Lina de Feria inicia un rescate y una incesante búsqueda dentro del tropo poético que le ha consumido más de medio siglo hasta crear esa tensión que la caracteriza entre el coloquio y la fábula, para encarar con lucidez una poesía desnuda, reflexiva, que habla con naturalidad del universo, los signos ancestrales de nuestro origen, y el desgarramiento que supone vivir».

Posteriormente llama la atención acerca de que, desde su poemario Casa que no existía de 1967, hasta su más reciente antología La belleza de lo entendible, publicada por Ediciones Unión en el 2016, Lina de Feria no ha dejado de sorprender a la crítica y a sus lectores.

Y enumera entonces todas las poesías que son la poesía de Lina:

«(…) una poesía coloquial, a veces hermética, una poesía metafórica, a veces narrativa, una poesía intimista volcada sin embargo hacia la sociedad, que bordea las inflexiones del ensayo y se expande después en una ilimitada sucesión de imágenes  que rehúye los lugares comunes y la facilidad lírica para pelear con la dureza del idioma que se atreve a mostrar, a relatar, a expresar lo más hondo , la sustancia perdida e inasible  de donde extrae el aliento, la tenacidad, el empuje , el fulgor que hace de su poesía algo único, casi imposible de clasificar dentro del canon; un poesía tan orgullosamente personal que se separa de las nuevas formulaciones tropológicas con la escueta sencillez de las palabras».

Y más adelante dice que su poesía:

«Se suma a la línea cósmica de la poesía cubana, a las grandes conquistas de nuestra lírica, a la sucesión de hallazgos, que desde el modernismo, la percusión del son, la jitanjáfora, la poesía mulata, o la portentosa construcción de la imago, la estela coloquial, la furia de la décima y todavía la cercanía de un verso intraducible que viaja de una punta a la otra del idioma, nos representa en el espíritu y nos coloca en el futuro».

Finalmente declara que Lina de Feria lega al porvenir «una poética, una manera de vivir y sentir la poesía».  

Lina de Feria Barrio (Santiago de Cuba, 1945), también redactora y ensayista cubana, es graduada de Licenciatura en Filología en la Universidad de La Habana; es considerada hoy una de las voces más peculiares de su generación.

Sus obras integran múltiples antologías poéticas publicadas en Estados Unidos, España, Francia, Gran Bretaña, Austria, Suiza, Checoslovaquia, México, Venezuela, Argentina, Chile, Uruguay, y Nicaragua.

Entre sus numerosos textos se cuentan, A mansalva de los años (1990); Los rituales del inocente (1996); El libro de los equívocos (2001);    Absolución del amor (2005), y Ante la pérdida del safari a la jungla (2009).

La segunda parte del encuentro, se dedicó al Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas, el cual se otorga como reconocimiento público a los investigadores destacados en el ámbito de las Ciencias Sociales y las Humanidades que hayan contribuido al desarrollo económico, social o cultural de la nación y cuyos aportes hayan sido socializados mediante publicaciones.

El doctor Eduardo Torres Cuevas, presidió el tribunal que otorgó de manera unánime este laurel al doctor Alberto Prieto Rozos, y dio lectura al veredicto del mismo que reconoce los aportes de este a los estudios de la historia de América Latina y el Caribe, caracterizados por su dimensión creadora; su larga trayectoria en la docencia universitaria; el número importante de obras publicadas; su carácter creador y comunicativo, y su participación en diversas tareas de dirección académica.

La doctora María del Carmen Barcia, integrante a su vez de dicho tribunal y a quien correspondió realizar el elogio al profesor Prieto Rozos, consideró, al iniciar su intervención, que lo que a ambos laureados los unía es «la agonía ante el trabajo, ante la creación, por crear algo que resulte para todos beneficioso».

Seguidamente elogió su probada vocación docente y su versatilidad, y destacó que quizás uno de los caminos más interesantes de su carrera profesional fue el de gestionar, junto al doctor Eduardo Torres Cuevas, el grupo de investigaciones interdisciplinarias para América Latina, el Caribe y Cuba.

Refirió a continuación que el galardonado ha publicado 26 libros y cientos de artículos, muchos de los cuales han sido traducidos al inglés, alemán y portugués y subrayó que sus obras constituyen un sustancial aporte a la historiografía continental contemporánea.

La doctora Barcia recordó que este año, su volumen El Gran Caribe, esencial para comprender las dinámicas de la región, conquistó el Premio de la Crítica Científico Técnica.

Reiteró que su mayor contribución ha sido la docencia, a la cual ha dedicado 50 años, «un reto que estoy convencida ha asumido con gusto y hasta con devoción (…) ha obtenido lauros y el aprecio de los que hemos tenido el privilegio de compartir espacios con él».

Alberto Prieto Rozos, (La Habana, 1939) historiador, investigador y profesor, es miembro de número de la Academia Cubana de la Historia desde el año 2010.

En la actualidad es doctor en Ciencias de Nivel Superior; doctor en Ciencias Históricas; profesor titular y consultante;  presidente de las cátedras Benito Juárez y   Manuel Galich, de la Universidad de la Habana, y del Tribunal Permanente Nacional de Ciencias Políticas, y miembro del Tribunal Permanente Nacional de Historia.