Marzo se pone difícil


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En el mes de marzo comienza la primavera, y una piensa en flores y en amores, y piensa en poesías, y un poquito de pensamientos para la felicidad posible, sobre todo cuando caminamos bajo la sombra de tanto verde en los árboles, verdes renovados como si el agua retornara a la tierra, no sabría decir de donde retorna ya que no se ha ido, pero así lo siento al caminar mientras que espero que llueva o no, qué importa, si llega la primavera con nuevas flores, nuevas aguas, nuevos verdes, y espero por nuevos amores, recordando poesías, siempre nuevas, que hablan de ríos, lluvias, árboles, flores, amores y felicidad. Y entonces, marzo se pone difícil.

Sé que se puede pensar que son cosas de romanticismo trasnochado, o desvelos primaverales muy personales: para nada voy a discutirlo, lo acepto. Pero, quien así pensó ha de aceptar que marzo se le pone difícil a cualquiera: los días internacionales dedicados a la poesía, la felicidad, los árboles, el agua, y hasta la meteorología coinciden en marzo. ¿Así que un problema personal, eh? Mucho marzo para un solo mes.

Ahora imagino cierta sonrisa retadora y un pensamiento provocador: a ver cómo sale de estas. Pues, siguiendo el hipertélico camino de la poesía, si se me permite parafrasear a Lezama. ¿Por qué la poesía? Son varias las razones: el día internacional, porque marzo es mes que está dedicado a Minerva, diosa de las artes. Ya sé que también está dedicado a Marte, dios de la guerra y eso me lleva a pensar que el misterioso vínculo que existe entre los grandes momentos bélicos y artísticos proviene de las dificultades de marzo.  Pero, mejor lo dejo ya que mi intención es —adoptando la decisión de Nicolás Guillén— vencer el atrevimiento del obstáculo levantando el ala del atrevimiento. Y aquí le voy, poesía en ristre.

Comencemos con el Cucalambé que afirma: Ya vino la primavera / sobre nuestros campos bellos / y el sol fulgurante en ellos / fuertemente reverbera. Entonces, mejor hagamos caso a la sugerencia de Ramón de Palma: Ponte de verde el calzado / y toma verde sombrilla / que el sol del trópico ardiente / con el verde se suaviza.

¿Sabe qué la flor de este mes es el narciso? Y sería Muerte de Narciso, de Lezama Lima, la liberación de la palabra poética… ya voy a comenzar a mariposear. Creo que es mejor que deje a Danae tejiendo el tiempo dorado y vaya en busca de flores y amores: ¿Cómo puedes ser bello sin saberlo? / ¿Por qué enarcas el cuello y adelantas / la pálida cabeza solitaria / como un ansioso niño que pregunta? Emilio Ballagas escribe una estrofa para un lirio, y yo siempre que la leo pienso en un esbelto y distantísmo caballero de fina estampa. Poesía, flores y amores para quien dude de las posibilidades del mes de marzo.

Y está el girasol del Padre Gaztelu que lo llama patena al sol, y el loto blanco con pistilos de oro de Julián del Casal. Hasta flores de cactus, en la pluma de Samuel Feijóo: Una bellísima espada esmeralda con un lunar de agujas / que se resuelve, una vez, en flor roja… 

Aunque lo que más nos abundan son las rosas, las rosas que inquietaron a Gastón Baquero: Qué está pasando siempre bajo el cuerpo secreto de la rosa / que no puede negarse al cielo temporal de los jardines, / que no puede evitar el ser la rosa… Yo también me lo he preguntado alguna vez, aunque hoy se me ocurre que tal vez sea porque las necesita Francisco de Oráa, que se las ofreció a su amor: Para ti son todas las rosas / todas las rosas de este mundo

Las rosas y el amor… Y pienso en los versos de Dulce María Loynaz y en la felicidad posible: Acaso en esta primavera no florezcan los rosales, pero florecerán en la otra primavera

¿Por qué las rosas y el amor? Hasta cuando se va, dice Carilda Oliver: el amor nos dura / tan poco como el aire de las rosas… Creo que prefiero quedarme —como Feijóo— ante una luminosa ventana de girasoles, y repensar las rosas, algo así como el rosal crece para llegar hasta su rosa, según Mariano Brull quien afirma que el árbol crece para alcanzar su flor… Árboles, en buena hora.

Y para árboles me quedo con Francisco Pobeda: El cedro erguido, la alterosa palma / y el jagüey corpulento, siempre verdes / al cielo elevan sus copudas ramas… También puedo dar un salto en el tiempo y llegar a Miguel Barnet quien le dice al jagüey ¡Eres el más ebrio de todos los árboles!, y le canta a la ceiba: ¡Árbol del misterio! El rayo respetará tu savia porque tus aires dan vida

De la misma manera redescubrir el flamboyán con Cintio Vitier: El indecible flamboyán aísla / su estandarte plateado de candela / en el mundo suspenso de la noche. O con Fernández Retamar: Ante el flamboyán, árbol del fuego / desde el fuego desciende, / pero queda agarrado / de dulces llamas, queda / preso en el aire pálido

Y las soberbias caobas / como reinas soberanas, que cantara José Fornaris. Lezama Lima y los pinos —venturosa región que se prolonga— / del tamaño del hombre, breves y casuales… En fin, ya escribió Ramón de Palma sobre las olorosas campiñas / verdes, frescas y lozanas, donde juguetona brisa blando perfuma derrama… ¡Ah, de ese olor a bosque y a resina! ¡Ay, de mis pensamientos entretejidos con los versos de Dulce María: Eres de la raza del sol: moreno, ardiente, y oloroso a resinas silvestres…!

Mejor voy con los frutales que prefiere José María Heredia: el pomposo naranjo, el mango erguido… Yo prefiero las palmas —tengo un sueño de hombre palma, siempre lo he dicho— y de ellas canta la poesía: laudes silvestres, melodiosas arpas, palmas cimbradoras, esbeltas palmas… Sin premeditación uní a Heredia con las palmas… es inevitable: Las palmas, ay… Esas palmas trazadas por su pluma para apuntalar el paisaje sin palmares y dibujar el paisaje del alma… El paisaje de mi alma queda apuntalado por ese sueño que se ha instalado sin mi permiso ni su conocimiento… Cosas de palmas, poesías y amores…

Y las palmas de Juan Clemente Zenea, que se extienden en el paisaje hasta allá, a lo lejos, donde empieza a vacilar la incierta raya / que dibujan las costas y los montes, / húndense las palmeras en la playa / y se visten de azul los horizontes… La playa… El mar en este mes que tiene como piedra el aguamarina ¿Será por eso que fue elegido para celebrar el día del agua? Ni idea; pero, me voy al mar, me voy a la margen / que deja la mar en medio, / a entrelazar mis canciones / con las brisas del océano, como cantó Ángel Neovildo Pou.

Nací a la orilla de un mar, y ahora vivo en otra orilla y un mar-otro, aunque el mar siempre sea el mar nunca es el mismo, siempre cambiante, siempre es nuevo, distinto en cada orilla y desde la misma orilla con cada amanecer… Por eso no puedo entender a María Villar Buceta: Ahora lo veo diariamente / sin emoción… Ya veis ¡el mar! Yo lo veo diariamente: ¡el mar!

El mar azul de olas plateadas, de Casal; el mar violeta que añora la presencia de los dioses, de Lezama; la azul epidermis por la que pasan los barcos en la alta noche de René López… El mar, hasta donde llegaba José Manuel Poveda con sus tristezas: Recorrimos la enorme playa desierta / sacudidos por graves nostalgias hondas. / Era triste la tarde. Lentas e inciertas / las miradas erraban sobre las ondas.

No, hoy no… Nada de tristezas, si acaso nostalgiar por lo que nunca he tenido: como la Loynaz yo tengo un mar de olas tempestuosas… tengo el secreto de la noche… Él tiene la mirada de sus ojos… Y hablando de miradas, prefiero mirar allá, a lo lejos, a esa línea donde están los besos / de las aguas del cielo con las nubes del mar, ese horizonte de Eugenio Florit, y descubrir, o imaginar, como Pou, barcos y más barcos / —como las esperanzas— / perdiéndose a lo lejos, y calcular cuánto mide el amor, porque el amor —dijo el poeta— mide ¡Lo que el camino de un barco! Quien quiera puede esperar por Mariano Brull que dice: Yo me voy a la mar en junio… 

Cualquier momento es bueno para llegar al mar. También hay muchas formas de llegar, una de ellas nos la cuenta Florit: bajar con las aguas de los ríos… Y qué es un río, además de otra forma de regalarnos al agua, sino una cinta de azules, de sombras y ensueños, según Regino Boti.

Se le ha cantado al Cauto: Pobeda, el Cucalambé, Fornaris, Carlos Manuel de Céspedes. También han sido reconocidos por la poesía el Najasa (Tu clara corriente / resuena en los valles / con rápido son…), el Zaza (rey de los veneros), el Yumurí de mis amores (Soledades, manso río, / humildes ondas calladas / que tantas veces mezcladas / corren con el llanto mío…), Damují, Hanabanilla, Ariguanabo… Y todos juntos en los “Recuerdos” de Florit.

Si bien ninguno es como el mío y de Dulce María: este río que a ningún lado ha de llegar y sigue andando, yo me quedé en la vida, amado mío, yendo hacia ti… Corriente de la vida en espera de lo posible, quizás en este marzo, quién sabe…

Aunque, todos los ríos son corrientes de la vida porque los ríos son las venas de la tierra, y se ensanchan cuando reciben sangre nueva: la lluvia que viene hechecita un mar de lágrimas, según piensa Brull que me pide: ¡Ábrele la puerta que viene mojada! Y por qué no, si a mí me gusta la lluvia, me gusta bailar descalza bajo la lluvia, y me gusta el viento que anuncia su llegada, el viento de agua, ese que, según piensa Feijóo, trae olor a empapadera

Y en la poesía encontramos todo tipo de lluvias, como esta lluvia de montaña que describe Boti: Los goterones danzan / y de la tierra sube un olor / natural, único, eterno y cósmico… O la lluvia de ciudad, de Casal: Bate la lluvia la vidriera / y la reja de los balcones, / donde tupida enredadera / cuelga sus floridos festones

Ya imagino la lluvia cayendo. Ya me imagino ante una puerta que no sé dónde estará diciendo así, de golpe: Necesito que corras como agua sobre mí, y me apagues, y me inundes, y me dejes quieta… ¡Esos Poemas sin Nombre, de Dulce María Loynaz, que quieren complicarme, aún más, este mes de marzo…!

Mejor es que sigamos lloviendo hasta llegar al instante en que aprieta y entonces alegre y ligero, / agitando las pencas de las palmas / viene el recio aguacero… explica José González Roldán. Más circunspecto es él de Vitier: ¡Qué noble, que firme y puro, / a las cinco, el aguacero! Todo parece indicar que era esperado, como el té ingles… Aunque otras veces, las más, llega de pronto, te sorprende y entonces, como parece le sucedió a Eliseo Diego, se moja la confianza en los portales

Claro que eso de que sorprenda o se espere depende de la meteorología, los partes del tiempo, los anuncios de lluvias y ciclones… Y qué es un ciclón. Que lo diga la poesía. Y aquí podemos ir paso a paso.

Empecemos con Belisario Nodarse: Todo es bello y gentil; mas, de repente, / gigante, oscura nube abrumadora, / cubre del sol la inmaculada frente… Entonces, de pronto —cuenta Adolfo Martí— el torbellino desciende / con ímpetu de corcel… Y lo que sucede lo cuenta José Victoriano Betancourt: Todo lo abate en el empuje recio / de su furor indómito y bravío… ¿Es un ciclón o no lo es? ¿Es poesía o no lo es? Poética meteorológica para el mes de marzo.

No siempre se trata de ciclones, estoy en eso: tormentas, tempestades, huracanes… ¡Ah, la poesía atmosférica! Escribió Alfredo Zayas que durante un huracán con restallante látigo flagela / la selva el vendaval… Heredia afirma que la tempestad levanta en torbellinos / el polvo de los campos agitado… Y la experiencia de Florit durante una tormenta: Qué noche en las riberas encendidas; / que desecha armonía bajo el cielo

Y, tomando en préstamo —siempre y otra vez— los versos de Dulce María Loynaz, fuego y agua y huracán puede ser cierta voz única e inextinguible siempre, que me doblega el alma

No es más que el mes de marzo, no es más que el mes de marzo, me repito dos, tres veces: no es más que el mes de marzo, llega la primavera y qué me puede importar que la distancia de río sea nuestra distancia: que no se acorta aunque yo camine todo el día, y toda la noche, y toda la vida

No me importa porque a lo que más temo es a seguir siendo yo misma; a seguirme conociendo sin haberte conocido, te advierto que si acaso en la otra primavera todavía no florezcan los rosales no desisto y empecinadamente pienso: pero florecerán en la otra primavera, porque la felicidad es un milagro que se hace todos los días sin gastarse… y puede que, alguna vez, marzo ya no sea tan difícil.


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