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Museo-Cultura-Historia-Identidad-Medio ambiente-Educación: ¿una relación suficientemente considerada?


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Ante todo, la unidad, el vínculo, las interacciones. Aunque puedan ser analizadas de forma particular según el objetivo del estudio, la investigación o el análisis singular que se vaya a realizar, estas seis categorías de la Ciencia Museológica son inseparables.

Donde hay museo, la historia está presente, discurre a través de la cultura que narra fenómenos, hechos, procesos implícitos en los objetos patrimoniales que interpreta, representativos de una identidad, inmersos y en interacción en el medio ambiente al cual pertenecen.

Qué muestra entonces este centro cultural mediante la actividad museológica sino la integración de las dos creaciones universales más trascendentes que conocemos y de influencia recíproca; la primera, la evolución de la naturaleza, que dio origen y sustento a la segunda, la unidad hombre-sociedad-desarrollo. Naturaleza que en su evolución creó una forma de psiquismo superior, la conciencia, que tiene en la personalidad de cada ser humano su timón regulador.

El Universo, para pensadores de la altura de Carlos Marx y José Martí, la naturaleza, tiene dos componentes. Marx señalaba la existencia de una primera naturaleza refiriéndose a lo natural y la de una segunda, la sociedad y su cultura. Paralelamente Martí coincidió con el fundador del marxismo, solo que lo expresó de diferente forma. Para el Apóstol existe la naturaleza humana y la naturaleza extrahumana.

Hoy se ha construido el concepto de medio ambiente, que incluye lo biológico y lo físico, pero también, lo social y lo económico.

Ello evidencia la afirmación inicial de que hombre y sociedad son inseparables. Para que exista la sociedad humana tienen que existir los seres humanos, y viceversa, pero el hombre se desarrolla guiado por la educación, educación que “hala” el desarrollo, según el enfoque histórico cultural legado desde lo psicológico por Vygotski y seguidores como Leóntiev y Galperin y Talízina. Por tanto, tenemos que, en ese vínculo, la educación es una categoría esencial de la actividad museológica, que va a documentar lo histórico-cultural.

La cultura, al igual que la educación es determinada y determinante y de ello se encarga la historia, historia que se dice que es o debe ser, maestra de la política y como se observa todo se relaciona.

La historia, puede ser vista en dos planos, puede verse como la descripción cronológica de hechos, fenómenos y procesos y también como interpretación de las relaciones de la evolución de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, es decir, la explicación de lo que fuimos, somos y seremos, es el porqué de esa evolución.

Es interesante en estos momentos resaltar la significación que tiene los museos comunitarios, y que hoy por hoy es subvalorada. Es que esta institución tiene además una función esencial, además de la preservación del objeto museal, la educativa, de sí misma, a través de los diferentes estudios e investigaciones de los objetos patrimoniales, y del público que la visita y de la comunidad, con la cual debe establecer un verdadero diálogo.

En esta evolución cada vez más democrática de los museos se debe reconocer los aportes teórico-prácticos de la Nueva Museología, como una nueva escuela, tendencia, corriente, paradigma o como se le quiera ubicar.

En ello, es decisivo identificar la función educativa como la razón de ser de estas instituciones, de ahí que se considere función esencial. Diversos autores ya reconocen ese rol, por ejemplo, Marta Arjona, destaca intelectual cubana, y madre del sistema patrimonial de Cuba, decía: “Un museólogo no puede ser indiferente a los fenómenos sociales. Un museólogo… debe ser, además, sea cual fuere su especialidad… un maestro.”

Por su parte, Thinesse-Demel, del Instituto para la Educación de la UNESCO, afirmaba: La existencia y estudio de colecciones es solo una herramienta, su conservación solamente una condición; la educación, por otra parte, es la máxima y fundamental tarea de la institución cultural.

Qué tienen estos museos en sus manos, qué representan sus salas de exposiciones, qué tienen en cada palmo de su territorio, sino el patrimonio cultural y natural, material y espiritual de donde surge la identidad cubana. Qué es la identidad cubana sino el ajiaco de nuestra cultura, que está integrada en unidad de la diversidad cultural del barrio, de la gente, de la comunidad, menor o mayor de un espacio y de un tiempo.

Entonces, se va perfilando lo trascendente para la sociedad y el hombre, para el estudio de la historia, para la política y la cultura, la significación de esta institución cultural, el museo municipal.

Pero, ¿es reconocido por la sociedad el rol vital de esos museos?

¿Por qué entonces museos municipales en La Habana como el del Cerro, lleva casi 30 años cerrado y no se acaba de reparar?

¿Por qué hay tantos museos en precarias condiciones, y los de mejor estado sin apenas recursos para restaurar sus piezas museales, con difíciles condiciones de trabajo, y con tan bajos estímulos para la labor de sus museólogos?

¿Por qué en el mundo, a estos museos comunitarios, genuinos representantes de la identidad de los pueblos en las pequeñas comunidades rurales y urbanas se les presta tan poca atención?

En otros países la situación es aún más dramática, pues a las insuficiencias de recursos y la subestimación de su rol social, se le agrega el pensamiento malévolo de “tanques pensantes que quieren destruir nuestra cultura, para que dejemos de ser “nosotros” para ser “ellos”. Es un pensamiento consciente, premeditado y bien planificado, digamos que con alevosía.

En su diversionismo, la acometen con la educación, y dicen que debe ser apolítica, para que sea verdadera, despojándola de toda subjetividad humana, apartándola de la realidad social, de la esfera afectiva de la personalidad del individuo, o llenándolas de puro pragmatismo donde solo lo útil es verdadero. Estas ideas desafortunadamente son seguidas por no pocos ingenuos y tanto los conscientes, como los inconscientes, nos pretenden despojar de nuestras raíces, de nuestra historia, de nuestra identidad. ¿Para qué? ¿Cuál es el objetivo?

Pero, “ojo”, el que para los cubanos esté más distante, no quiere decir que se descuide la atención, pues en la agresión ideológica nosotros también estamos entre sus principales intereses, y quizás, con más sutileza, por el valor del símbolo de la revolución cubana.

Es claro, para los que dirigen estos procesos, su objetivo es despojarnos de nuestras principales y fundamentales armas, es decir, en la batalla ideológica que existe, nos pretenden quitar el escudo de la nación, la cultura, y en la educación, el carácter genuinamente autóctono de nuestros valores.

Estos ideólogos contra los pueblos lo comprenden bien, porque ellos saben que, y no lo duden, la educación ha tenido, a lo largo de la historia, un carácter clasista. Ellos nos pretenden quitar la valía de la identidad.

Entonces, despierten los ingenuos, los que comprenden de manera positiva la trascendencia de la cultura y de la historia, empujen con fuerza y sacúdanse el polvo de la inercia, de la indolencia, del “esto no es asunto mío”, o de “esto no está priorizado”, despójense de la desidia.

Enriquézcanse los museos comunitarios, que se estimulen sus héroes anónimos, los museólogos.

Próximamente, el 18 de mayo, se conmemorará el Día Internacional de los museos, y aunque ninguna actividad es cuestión de “un día”, escoja usted amigo lector, al menos, ese momento para reflexionar en el trascendental rol social de la aparente “poca monta” de los museos comunitarios y contribuya a su mejor reconocimiento y a destacar su aporte social.


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