Pensar la nación desde la Bienal


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Jorge Fernández dirige desde hace tres años el Museo Nacional de Bellas Artes (Mnba) y anteriormente, desde su rol como director del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, tuvo el privilegio de organizar dos ediciones de la Bienal de La Habana, lo que le permitió conocer a profundidad el evento y dialogar con otras bienales que se celebran en el mundo.

Es, además, un crítico de arte reconocido por su agudeza y sapiencia, y un prestigioso académico que durante años asumió la vicerrectoría del Instituto Superior de Arte. Sobradas razones le asisten para emitir criterios sobre la Bienal de La Habana.

«Los artistas siguen creyendo en ella, la defienden y ven como una oportunidad. La Bienal de La Habana sigue viva y es el motor impulsor de un proyecto que ha sobrevivido durante muchos años, más allá de las personas», expresó y más adelante enfatizó: «uno de sus grandes méritos es que las galerías y los coleccionistas no tienen el poder sobre lo que está sucediendo. No han logrado apoderarse de ella, como sucede en otros lugares. A nuestra bienal la sostienen el gobierno cubano y sus instituciones culturales que se ponen de acuerdo para patrocinarla», afirmó Jorge Fernández e invitó a pensar la nación desde la posibilidad infinita.

Al dialogar sobre la presencia del Museo en la XIII edición de la Bienal Fernández explicó que Bellas Artes se inserta en esta ocasión con La posibilidad infinita. Pensar la nación, título de la propuesta que abarcará el tercer nivel, la sala transitoria del segundo piso y el patio del Edificio de Arte Cubano del Mnba.

«Hemos querido rescatar el espíritu de lo que fueron las primeras bienales en el Museo», manifestó Fernández, quien ultima aun detalles relacionados con la mega exposición, la cual será inaugurada en horas de la mañana de este sábado.

«El leitmotiv ha sido también replantearse cómo Bellas Artes, desde sus colecciones, construye un relato de nación y cómo ha pensado Cuba. Ponemos a dialogar obras que se han generado en diferentes momentos históricos, producidas por artistas de diversas generaciones, y meditamos, desde el presente, sobre el Museo que tuvimos, el de hoy y el que deberíamos tener en el futuro», explicó.

Integran La posibilidad infinita. Pensar la nación, las exposiciones Isla de azúcar; Más allá de la utopía. Las relecturas de la historia; Nada personal; El espejo de los enigmas. Apuntes sobre la cubanidad y Museos interiores.

La primera de ellas ha sido curada por Corina Matamoros y Dailin Fernández, como asistente. Isla de azúcar, expuso, Jorge Fernández, recoge la gráfica, la historia de esta industria, desde los grabados hasta los afiches serigráficos, así como documentales, textos, libros. Con una museografía muy dinámica y atractiva, que no es la clásica de poner cuadro contra cuadro, la muestra hace un recorrido desde la colonia hasta la actualidad, y refleja la manera en que los artistas han tratado un asunto que es parte de la identidad cubana.

Más allá de la utopía. Las relecturas de la historia (a cargo de Delia María López Campistrous y Manuel Crespo Larrazábal como asistente), revela mediante una colección museable el concepto de nación.

«Abre con el tótem del tabaco (que hasta los años 40 se pensó que era una pieza africana y es aborigen) y exhibe cuadros relacionados con la colonización, y otros más recientes como los de José Manuel Mesías y el diálogo que hace con la obra de Menocal, Reiner Leiva Novo (El deseo de morir por otro).

«Hay una curiosidad: un busto pequeñito de José Martí que fue realizado por Pablo de la Torriente Brau, con la cal del presidio cuando estuvo preso. Más allá de la utopía, incluye, además, la bandera del independentismo, las banderas de los independientes de color, armas reales de guerra, las fotos de la reconcentración de Weyler. Todo ello dialogando con la historia de este país».

El recorrido por el Museo durante la Bienal de La Habana permitirá apreciar, del mismo modo, Nada personal (Roberto Cobas y Laura Arañó) que se acerca al tema de la racialidad a lo largo de la historia de la sociedad cubana. Nada personal incluye piezas que reflejan la confrontación entre la mirada blanca y el modo en que se trata al negro, así como los mestizajes culturales de manera general. Obras que empiezan con la colonia y cuentan la historia hasta llegar a la actualidad al mostrar piezas de jóvenes que han tratado la temática, como Susana del Pilar, Carlos Martiell, Rocío García y Marta María Pérez, detalló Fernández.

En cuanto a El espejo de los enigmas, proyecto que ha curado directamente junto a María Lucía Bernal, el estudioso aseguró que El espejo…., «es un tejido de saberes. Hemos trabajado desde lo antropológico, etnográfico hasta llegar a lo político social. En la tercera planta, en una sección relacionada con la esclavitud, verán textos como El discurso de la agricultura de Arango y Parreño, La historia de la esclavitud de Saco, la Autobiografía de Manzano (que fue esclavo), un libro de poesía de Plácido, una copia del Acta de independencia de los esclavos de Céspedes. Todo ello en vitrinas que dialogan con el cepo donde castigaban a los esclavos, el barco negrero de Mendive. Tenemos también la pieza de Belkis Ayón, Dando y dando.

«Una novedad grande será la exhibición de varias obras de Ana Mendieta sobre el tema Abakuá, el Oshún de Ana. Van a estar los tambores africanos; el arte aborígen; un texto de Fray Bartolomé de las Casas; el Diario de Navegación de Colón, una obra de Garaicoa, con el tema de la migración china; mapas, paisajes; piezas de Tonel, Ponjuan, Los Carpinteros.

«En este enigma es Martí el eje conductor, Martí atomizado como un rizoma infinito dentro de un tejido de muchos saberes y años que nos aproxima a Cuba. Es crear un espacio con muchas voces. El espejo…, integra los discursos primigenios de la nación».

Las creaciones de Manuel Mendive, Premio Nacional de Bellas Artes, están presentes en casi todas las muestras, resaltó el director de Bellas Artes. En el patio, el visitante encontrará Museos interiores, proyecto que Fernández ha curado junto a Corina Matamoros. «Los artistas crearon sus propios museos de los afectos. René Francisco, Premio Nacional de Artes Plásticas, ha puesto su Taller de reparaciones, que se exhibió en la sexta bienal y es una obra histórica en su carrera; Carlos Garaicoa, Partitura; Kacho La regata, obra realizada para la quinta bienal, que salió del Museo y ahora regresa; Los carpinteros (separados recientemente), presentan Alacenas».

Otros dos premios nacionales de Artes Plásticas (José Manuel Fors y José Villa) forman parte, igualmente, de Museos interiores. «Fors trabaja con la memoria, la naturaleza y otros elementos que forman parte de un mundo muy personal que solo a él pertenece; y Villa ha levantado en las afueras de la institución una escultura que dialoga con las del Museo».

Considera Jorge que estos proyectos «no solo son un pretexto para mover las colecciones y pensar la nación sino también para colocar en cada una de las exhibiciones las propias carencias que tiene el Museo, que no cuenta con salas para el arte taíno, el aborigen ni para las producciones más recientes. Seguimos adquiriendo obras imposibles de mostrar porque las salas tienen una distribución cronológica», concluyó.

Al tiempo que en el palacio del Arte Cubano se muestre La posibilidad infinita, el edificio de Arte Universal exhibirá la propuesta de Gabriel Orozco (Xalapa, Veracruz, 1962), que tuvo su apertura el 11 de abril. El Mnba será sede, además, de las jornadas teóricas que sesionarán cada martes hasta el 12 de mayo, y darán inicio el próximo 16 de abril.


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