Roberto Fernández Retamar: 85 años de cubanía y sencillez


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Roberto Fernández Retamar

La Habana.- “En ésta, la que ha sido siempre su Casa, queremos agradecerle las tareas que con tanta sabiduría supo tratar desde sus inicios y hacia las cuales nos esforzamos a cumplir con su misma fe y entusiasmo. Hoy reafirmamos este punto, y nos unimos a la alegría en un aniversario más de su fructífera vida”.

Así expresó en el Centro de Estudios Martianos (CEM), el investigador y escritor Salvador Arias en su mensaje de felicitación al prestigioso intelectual Roberto Fernández Retamar, por  su cumpleaños 85. Homenaje que reunió a connotadas personalidades de la Cultura cubana, entre ellas, el doctor Armando Hart Dávalos, director de la Oficina del Programa Martiano; las escritoras Fina García Marruz: la doctora Graziella Pogolotti y la escritora Laidi Fernández de Juan (su hija); la doctora Adelaida de Juan (su esposa) y Aida Cañas, viuda del poeta revolucionario salvadoreño Roque Dalton.

Una compilación actualizada de su obra bibliográfica referida a nuestro Héroe Nacional, al igual que la última edición (no. 36) del Anuario del CEM, le fue entregada  por doctora Ana Sánchez Collazo actual directora, como muestra de cariño y gratitud por parte de sus trabajadores. Él fue  director de esa Institución  de (1977-1986).

Durante una breve intervención el doctor Fernández Retamar recordó a algunos de sus alumnos de las aulas universitarias –presentes en esta oportunidad--, y su “orgullo y honor de tenerlos hoy aquí como connotados intelectuales de nuestro país”. Reveló también que su encuentro con los escritores martianos Fina García Marruz y Cintio Vitier, en 1951, “fue absolutamente decisivo en mi vida pues, buena parte de lo que soy, sino todo, se lo debo a ese encuentro feliz y a las excelentes relaciones de fraternidad de Fina y Cintio”.

Mencionó también a una compañera “a quien conocí cuando tenía quince años (…) Me refiero a la doctora Graziella Pogolotti, a quien conozco desde la adolescencia. Ella aún no había matriculado en la Universidad de La Habana y yo había fracasado mis estudios universitarios de Arquitectura hasta que, al año siguiente, ambos logramos matricular en la carrera de Filosofía y Letras. Y, desde ese entonces, nos une una relación muy estrecha y fraternal”.

Asimismo evocó cuando, en 1977 el doctor Armando Hart, como Ministro de Cultura en aquel momento lo nombra Director del CEM, tras el fallecimiento del inolvidable intelectual y militante comunista Juan Marinello”. 

Puntualizó a continuación que el CEM no tenía local propio en ese entonces fue el historiador doctor Julio Le Riverend, director de la Biblioteca Nacional “José Martí”,  quien “nos cedió un espacio en el interior de ella. Espacio que fue precedido por la Sala Martiana dirigida maravillosamente por Cintio y Fina, como también la edición del Anuario Martiano, antecedente del Anuario del CEM”.

Escultor del verso y de la prosa pero, ante todo, martiano de corazón y principios, pocos serían los calificativos para poder establecer un retrato real del poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar; de este intelectual cuya consagración al trabajo ha contribuido y realzado el Patrimonio cultural de nuestro país y el de nuestra América martiana india, mestiza, negra y blanca, y a quien además se le han conferido diversas condecoraciones y distinciones nacionales e internacionales a lo largo de su vida. Estimo que unas líneas del inolvidable escritor, José Lezama Lima, serían recurso inobjetable para ese retrato: “Roberto Fernández Retamar es uno de los más significativos poetas de su generación [...] Es muy cubano, curtido por el árbol que golpea el árbol universal del conocimiento. Se esboza en él una alegría que marcha acompañada del destino opulento del cubano, del cubano mejor, que es universalmente sencillo”.

Durante una entrevista que se le realizase hace algún tiempo para el Periódico digital Cubarte, Fernández Retamar destacó que:  

“(…) Con el correr de los años me ha atraído, desde muy temprano, la poesía. Y algo después fui atraído por el ensayo. Fuera de algunos textos aparecidos en la prensa clandestina, articulista no vine a serlo sino a partir de 1959, cuando comencé a colaborar en el periódico Revolución. Y en algunas ocasiones he practicado la crítica sobre todo literaria, pero también y ocasionalmente, sobre Artes plásticas (…) Estimo que el desafío actual de nosotros los intelectuales es estar, en nuestro campo, a la altura de los cambios tan importantes que está viviendo nuestra América. Y estoy seguro de que los más jóvenes responderán afirmativamente a ese desafío”.


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