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San Juan de los Remedios entre las primeras villas cubanas


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Iglesia Parroquial de San Juan de los Remedios según grabado de F. Mialhe (siglo XIX), en Joaquín E. Weiss, Arquitectura colonial cubana. Siglos XVI al XIX, La Habana-Sevilla, 1996, p. 165.

Dentro de las fundaciones de ciudades hispanoamericanas las villas del área del Caribe ocupan una significación insoslayable tanto para entender el proceso de conquista desplegado por España en América como para comprender la razón de nuestras identidades locales. Mientras historiadores y urbanistas dedican insospechados esfuerzos a esclarecer incógnitas de raíz militar, económica y política en su contexto inicial, habitantes y forasteros centran su atención en la plaza, en el edificio, o en ese pequeño establecimiento en el que descubrieron un modo particular de concebir la vida. Para unos y otros, las primeras villas tienen el sabor de la experiencia; de los ajustes de modelos urbanos que alcanzarán imagen definitiva en tierra continental para establecer lo que se ha conocido, desde una traza regular, el sello latinoamericano.

En ese universo las villas cubanas, tanto por su morfología como por su expresión funcional,  gozan de ser contenedoras de un pensamiento que se ordena en el transcurrir del tiempo, en la necesidad de establecer una organización que tras medio milenio deviene imagen urbana de identidad nacional y, por tanto, resultan sólidas huellas del patrimonio cultural de la nación. Las  declaratorias como Monumentos Nacionales del conjunto urbano de la Plaza de la Catedral en La Habana, el 23 de octubre de 1934; de la Ciudad de Bayamo, el 30 de diciembre de 1935; y la de Trinidad, el 5 de septiembre de 1944; son muestra de un proceso de legitimidad que encuentra validación en la declaratoria de Monumento Nacional a los Centros Urbanos de las primeras villas cubanas mediante resolución no. 3 de 1978; incluyendo entre ellas a las antiguas Asunción de Baracoa, San Salvador de Bayamo, la de la Santísima Trinidad, Santa María del Puerto del Príncipe, la de Sancti Spíritus, la de San Cristóbal de La Habana y la de Santiago de Cuba. ¿Qué lugar ocuparía en este panorama la Villa de San Juan de los Remedios, ahora en el marco de celebrar 500 años?

De la génesis de la villa de San Juan de los Remedios existen sustanciales controversias. Considerada como una de las cuatro villas de Vasco Porcallo, junto a Trinidad, Sancti Spíritus y Puerto Príncipe, se considera la sede de una gran hacienda del nombrado hidalgo. Pero su fecha de fundación, si es que realmente la hubo, se sumerge en una historia urbana que en la isla mucho tiene que aportar aún; máxime cuando los criterios para celebrar aniversario se han diversificado fundamentalmente desde tres aristas: el documento original en que se confiesa el acto de fundación; el momento del último emplazamiento de la villa y por tanto el momento en que se inicia la transformación del espacio geográfico en aras de un paisaje urbano y, en tercer lugar, una perspectiva que se ha hecho común para pueblos y ciudades posteriores: la concesión de terreno a un vecino español que con posterioridad fomentaría un asentamiento. La primera referencia de su iglesia es de 1570 y la de su cabildo, en representación del establecimiento de una villa en lo administrativo, de 1578. Lo que sí resulta indiscutible, es que Remedios ofrece una fisonomía que avala su sabor de antigüedad, de estar entre las primeras, de ahí que en su texto cultural se evidencie el proceso que acompañó la fundación de ciudades cubanas.

Así, el Centro Histórico Urbano de la Ciudad de Remedios, considerada la 8va villa cubana, encontraría su legitimidad como Monumento Nacional al año siguiente de sus hermanas, mediante resolución no 8 de 1979; condición bajo la cual los habitantes de San Juan de los Remedios asumirían la responsabilidad de conservar el “conjunto formado por las construcciones, espacios públicos y privados, calles, plazas y particularidades geográficas o topográficas que lo conforman y ambientan y que en determinado momento histórico tuvo una clara fisonomía unitaria, expresión de una comunidad social, individualizada y organizada”, según indica el articulo no. 4 del capítulo II del Decreto no. 55 de la Ley no. 2 del Patrimonio Cultural, emitida el 4 de agosto de 1977. Sin embargo, la historiografía cubana solo dio prioridad a las siete primeras; quedando “La de los demonios”, y quizás precisamente por ello, rezagada en su legitimidad.

Asediada por piratas en múltiples ocasiones, la villa estuvo en peligro de desplazamiento total en varios momentos; incluso, llegó a sufrir cierto despoblamiento a sugerencia de las autoridades. Pero no resistió a esos avatares, sino que además desde esas desventuras enriqueció su imaginario. Dos aristas del patrimonio cultural marchan de la mano en San Juan de los Remedios para otorgarle autenticidad. Por un lado, un conjunto urbano de marcada singularidad en el que prima la irregularidad de las calles y los distinguidos aleros de sus edificaciones, y un conjunto de tradiciones que gozan de reconocimiento nacional e internacional.

Notable cambio fisionómico sufrió Remedios en las postrimerías de la primera mitad del siglo XIX, resultado de un pensamiento ilustrado traído por un conjunto de habaneros y matanceros establecidos en la región en pos del comercio del azúcar. Entre los años 40 y 50, San Juan de los Remedios lucirá en el sistema de ciudades cubanas su Plaza Isabel II, la reconstrucción de una cárcel, la inauguración de un telégrafo que se comunicaría con Santa Clara y su más importante hito arquitectónico, la Iglesia Mayor, adquirirá una torre manteniendo su antigua espadaña. 

En el primero de ellos uno de los hitos arquitectónicos de mayor distinción urbana es la Iglesia Mayor, dedicada a San Juan Bautista, una especie de lección de historia constructiva cubana si tenemos en cuenta que en su composición puede el especialista encontrar huellas del devenir de las técnicas constructivas en Cuba; una historia que no puede ser reducida al empleo de elementos de diseño y composición de diferentes momentos históricos sino, y esencialmente, al modo en que sus hijos contribuyeron a su consolidación. (1) Es tan significativo el lugar de su imagen que puede ser considerada como la portada de presentación de la villa, resultado en el que sin dudas tuvo sustancial impacto el grabado realizado por Federico Mialhe que aparece en el Álbum pintoresco de la Isla de Cuba, en 1855, a cuyo mirar no pudo escapar el diálogo entre este edificio y la iglesia de Nuestra Señora del Buen Viaje, conversación tan cercana y armónica que sería difícil subrayar si se trata de un realzar a la parroquial o de un acto de minimizar su jerarquía. El enchape en oro de los altares de la Parroquial y la imagen de una Inmaculada Concepción en estado de gestación le dan primacía.

En cuanto a las tradiciones, asociado a su fecha de aniversario y como punto de contacto con su hermana villa de Santa María del Puerto del Príncipe, los remedianos celebran los festejos de San Juan Bautista; que se extienden desde el 24 de junio, día de la natividad, hasta el 29, el de su martirio. Pero en el patrimonio inmaterial cubano esta acción es superada sin dudas por las conocidas parrandas remedianas, que tienen lugar entre el 16 y el 24 de diciembre, en el contexto de las Misas de Aguinaldo; una tradición que parece encontrar su génesis alrededor de 1820, cuando a sugerencia del párroco Francisco Virgil de Quiñones un grupo de niños despertaban a los vecinos mediante un sistema de ruidos sin par con el objetivo de que asistieran a misa.

Son días en que la ciudad se divide en dos bandos, "El Carmen", representados por el gavilán y "San Salvador", el gallo; rivalidad que alcanza su clímax el día de las competencias de las carrozas. Desde las 5 de la tarde la ciudad se sumerge en una celebración que no concluye hasta el amanecer. Para recordar la memoria de esta festividad se creó el Museo de las Parrandas Remedianas, que abrió sus puertas al público el 1ro de abril de 1980, atesorando dentro de sus colecciones maquetas, fotografías, documentos, vestuario, instrumentos musicales y objetos artesanales. El tercero de una red de instituciones patrimoniales con sólidos antecedentes en 1933, cuando el 24 de febrero de ese año quedó inaugurado el Museo Francisco Javier Balmaseda.

De fiesta está toda Cuba con la celebración de un 500 aniversario de la villa de San Juan de los Remedios. Su imagen urbana y sus tradiciones, son la expresión patriótica de sus legítimos y adoptivos hijos. Remedios es un eslabón importante en la red de villas cubanas. Bienaventurados todos.

 

NOTAS:

 

(1) La obra realizada por Eutimio Falla Bonet, entre 1944 y 1954 en la Parroquial Mayor, es ejemplo de ello. V.: Freddy Pérez Cabrera: “Parroquial Mayor de Remedios, una joya de la arquitectura cubana y universal”,  Granma, 51(143): 8, La Habana, martes 16 de junio de 2015.

 


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