Una pasión entre la memoria y la erudición


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Se acaba de presentar el libro Desde el césped de mi estadio, Ediciones Loynaz, de Pinar del Río, del reconocido especialista en béisbol Ismael Sené. La presentación tuvo lugar hace solo unos días en la Plaza de Armas por el que esto escribe. Expongo a continuación algunas ideas expresadas en dicha presentación.

Una primera cuestión que deseo subrayar al presentar este libro es que al leerlo se percibe esa sensación inefable que prodiga, es decir, el placer de su lectura. Es un libro que se degusta desde la primera hasta la última página. Dicho de otra forma: se pasa muy buen rato en su compañía. Tiene razón Juan Martínez de Osaba en su nota de contracubierta cuando dice que “Quien abra estas páginas, solo las cerrará en las últimas letras. Y será un poco más feliz”.

A ese satisfactorio resultado contribuyen tres cuestiones principales: uno, la corrección y amenidad de la prosa: dos, el tema, el gran tema de los cubanos cuando de deportes o entretenimiento se habla; y tres, que la memoria asombrosa del autor nos conduce por algo que todos respetamos: la vivencialidad. Es decir, los lectores entenderán desde un inicio que lo que aquí se narra ha sido parte integrante de la vida de quien lo cuenta.

Conocí a Sené hace ya más de cuarenta años, cuando los azares de la vida nos hicieron coincidir en una escuela en el campo de Isla de Pinos, él como padre de un alumno y yo como educador del mismo. Después, esos mismos azares hicieron que nos reencontráramos en varias oportunidades y desde hace más de tres décadas somos interlocutores frecuentes, a veces casi diariamente, en conversaciones que tocan diversos temas, pero siempre y sin fallar casi nunca, en los dos temas en los que siempre estoy en la condición de escucha aprendiz: la pelota y la política internacional.

Su pasión y erudición beisbolera me han nutrido privilegiadamente, de manera que los certeros y argumentados juicios de Sené sobre las series de pelota, los juegos, los atletas, los constantes errores y desaciertos que se aprecian en la conducción de nuestro deporte principal y sus ideas e iniciativas sobre cómo mejorar la calidad de la pelota (la que, no es un secreto para nadie, pasó en unos años de problemas puntuales a crisis más o menos solucionables y de ahí a la debacle en que hoy está sumida) han sido motivo de muchas de nuestras conversaciones. Sin embargo, nuestro autor no se resignó jamás a ese cuesta-abajo de la pelota cubana y primero activó junto a un grupo de entusiastas amigos el trabajo para rescatar el Salón de la Fama del Béisbol Cubano y más tarde abogó intensamente, también rodeado de otros colaboradores, para que la pelota fuese declarada Patrimonio Cultural de la nación. Ambas quimeras están en avanzado estado de materialización gracias a su empuje y los de los que le acompañaron. De forma tal que estoy hablando de una pasión sin fisuras y atenuantes, es una verdadera pasión que pretende trastocarse en acciones socialmente útiles, que no cree en traspiés ni oídos sordos de los decisores, o sea, que es una pasión genuina. Pues bien, de ese interlocutor hablamos hoy y de su primer libro, un texto en el que Sené ha puesto a disposición de todos, su memoria y sabiduría.

En el prólogo del libro nos dice el también especialista en la historia de nuestra pelota, Félix Julio Alfonso, “No deja de asombrarme el hecho de que, habiendo vivido largas temporadas lejos de su patria, en naciones donde no existe ninguna tradición beisbolera, Sené haya logrado mantener viva dentro de su corazón la llama inextinguible de la pelota”, algo que realmente sorprende a todos. En el breve, pero atinado texto, Félix Julio toca los ejes axiales del libro, lo que sirve de eficaz introductor al lector.

El libro resulta ser la unión de la capacidad memoriosa del autor con la condición de erudito de nuestra pelota y la de las Grandes Ligas de Estados Unidos. En ese funcional nexo se comprueba lo bien equipada que está la cabeza de nuestro amigo, una mente con una vasta capacidad de análisis y penetración sobre los temas que domina. Lo de octogenario queda para sus celebraciones exclusivamente, Sené tiene hoy la vitalidad y curiosidad de un hombre joven.

Si alguien tuviese todavía alguna duda sobre el hecho cierto y comprobable de que tanto en Cuba como en Estados Unidos la pelota es un fenómeno netamente cultural, este libro puede ayudar a solucionar dicha dubitación definitivamente; a pesar de que para nada es un libro de valores teóricos, pero a un buen lector no pueden escapársele las connotaciones de los hechos que en él se narran. Por motivo del béisbol los cubanos sufrimos, somos felices, vivimos en dependencia anímica o nos creemos sabios, en fin, que es un fenómeno sociológico que nos toca en el centro de nuestra espiritualidad. Hace algunos años se publicó en la revista de la UNEAC, La Gaceta de Cuba (nro. 3 de 2015), una entrevista que le hice a Sené donde él abundaba sobre las razones del valor cultural de la pelota en nuestra historia. Recomiendo leerla. Insisto en que el placer de leer es uno de los dones de este libro, es su rasgo primero, su amplia puerta de acceso, el resto lo debe poner la avidez y curiosidad de los lectores, en sus páginas se toparán con numerosas y gratas anécdotas, algunas realmente hilarantes y con mucha información.

Celebro la iniciativa de la editorial Ediciones Loynaz, de Pinar del Río, del diseño y la ilustración de cubierta, autoría esta última del reconocido artista plástico Reynerio Tamayo, del que, por cierto, se debería editar en algún momento un libro con todas sus imágenes de tema beisbolero, sería una verdadera delicia. Tamayo es otro orate por la pelota y esa locura la deja traslucir en sus bellísimas y simpáticas piezas.

Sé que este libro significa mucho para su autor, porque forma parte de esos fragmentos esenciales y memoriosos que él deseaba legar como testimonio de su paso por la vida, un itinerario intenso, fecundo y accidentado, como toda existencia que se respete y que ha tenido en su amor por la pelota uno de los cauces principales de su razón de vivir.  No obstante, la labor de Sené en nuestros medios es muy reconocida, pues como se sabe es presencia permanente en varios de los espacios de la TV en los que ofrece su experiencia a todos los televidentes.

Se me ocurre una idea que lanzo aquí y ahora, sin consultar a nadie, pero que puede ser o será atendida con toda seguridad en el futuro: al igual que en el Salón de la Fama de Copperstown se recogen no solo a peloteros, sino también a directores de equipos, comentaristas de pelota, locutores de estadios y otras figuras asociadas al funcionamiento de la institución beisbolera, creo que algún día, cuando vuelva a existir de nuevo nuestro salón, habrá que incluir a este enamorado de la pelota por muchas razones, la primera de ellas por su inigualable conocimiento de la historia y la naturaleza de este deporte y por sus numerosas acciones por potenciarlo y dotarlo de mayor calidad y empaque social. No serán olvidadas, querido Sené, tus acciones por una pelota cubana mejor.

No los demoro más, aquí todos a quien queremos escuchar es a Sené, en vivo y en directo, después podremos adquirir su libro y que nos lo firme.


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