Considerado como una de las figuras más sobresalientes en la historia de la radio y el humorismo nacionales, el mayor legado a la espiritualidad de los cubanos del maestro Alberto Luberta Noy (Marianao, 27 de septiembre de 1931-23 de enero de 2017), fue su popularísimo programa satírico-musical Alegrías de Sobremesa, de Radio Progreso, el cual escribió por más de 52 años, haciendo reír, disfrutar y meditar a millones de insulares a través del éter.
En ocasión del aniversario 90 de este paradigmático artífice de la cultura cubana, no voy a reflexionar en torno a su total entrega y amor al universo radiofónico; ni a su incondicional compromiso con Cuba y la Revolución; como tampoco abordaré su labor como copista de libretos en la radio y como adaptador de programas en la televisión, a partir del año 1947. No reseñaré su valiosa labor como integrante del Movimiento 26 de Julio en la clandestinidad, debido a la cual tuvo que exiliarse en Venezuela. El breve espacio de esta evocación igualmente deja en la epidermis de este texto su obra como novelista y otros géneros concebidos para la pequeña pantalla, tanto de corte dramático como sarcástico; amén de su creación para las tablas, entre las que se recuerda su memorable revista musical La Rampa, estrenada en el capitalino Teatro Martí.
Asimismo, mucho podría hablarse del Luberta dirigente sindical y partidista en el Instituto Cubano de Radio y Televisión (Icrt); además de sus valiosos aportes como integrante del Consejo Nacional de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana. Su historia de hombre noble y apasionado, y afable y cariñoso, tanto con su familia como con cuantos se relacionaban con él en su medio laboral y en los barrios de Marianao, donde nació en Pogolotti, y falleció en el de Santa Felicia, bien puede ser objeto de muchas cuartillas que pudieran conformar un libro sobre su vida y su obra.
Alegrías de sobremesa: un fenómeno de la radio cubana
Pero esta vez voy a enfocar estas breves líneas sobre un fenómeno de carácter social y cultural acaecido en la radio cubana, cuyo protagonista principal fue Alberto Luberta. Me refiero al espacio Alegrías de sobremesa, al que se incorporó el 15 de abril de 1965 y que se trasmitió durante 52 años por la emisora Radio Progreso, de lunes a domingo, en dos emisiones diarias, al punto de competir con las programaciones de la televisión y derivar en todo un esperado y alborozado suceso para la familia cubana en los momentos de reunión para el almuerzo y la comida.
Muchos escritos erróneamente afirman que este evento radiofónico debe su creación a Luberta, cuando lo cierto es que ya se encontraba en el aire desde el año 1963 bajo la dirección de Antonio (Ñico) Hernández y por este habían pasado varios guionistas que no lograron satisfacer el objetivo esencial del proyecto: hacer reír, en tanto reflexionar a la familia cubana, sobre asuntos inherentes a su propia existencia e idiosincrasia.
Por esa época, Alberto se encontraba escribiendo el sketch para Tota y Pepe, incorporado al libreto de Fiesta a las nueve, de la CMQ, para la que también entregaba otras similares ideas. El propio ícono de la radio cubana recordaba que en los primeros días del mes de marzo del año 1965 se encontró con Ñico en la Calle 23, muy cerca del Icrt, en momentos en que transitaba hacia Progreso. El primero le expresó su preocupación con respecto a los fallidos argumentos dramático-humorísticos de Alegría de sobremesas, de muy poca calidad, y que necesitaba de un profesional, con la probada experiencia que él había demostrado, que asumiera esta labor.
Luberta aceptó la propuesta, pero antes impuso la condición de que el programa cambiara su estructura, además de que su participación no fuera puntual, sino que quedara como escritor fijo. Y fue así como el 15 de abril de 1965 realmente nace Alegrías de sobremesa, con un nuevo y atrayente diseño que desde su primera incursión en el éter ganó la simpatía de los radioescuchas en todo el archipiélago nacional.
Extremada agilidad psicológica
Con extremada agilidad psicológica en el estudio de las preferencias populares, el aun joven artista con 34 años de edad ideó un proyecto radial que interrelacionara lo dramático con lo humorístico, para lo cual era necesaria la incorporación de probados actores; a la vez que el formato incluyera momentos musicales, en vivo, con destacadas agrupaciones y solistas de todo el país, aunque en ocasiones se utilizaba música grabada.
Es así como la salida al aire de Alegrías de sobremesa igualmente interesó a infinidad de músicos que encontraron en esta plaza radial un importante modo de promocionar su trabajo. La paradigmática orquesta Aragón fue una de las más recurrentes participantes en este show igualmente protagonizado por otro grande del medio: el insigne locutor Eduardo Rosillo, uno de los más fieles defensores de la música popular, quien tuvo a su cargo la conducción, con su singular ritmo y gracia expresivos.
El exitoso cambio que Luberta le propinó a Alegría de sobremesa, al que caracterizó con un estilo diferente en su argumento, estructurado sobre la base de un guion dramático, con momentos de humor, para derivar, durante más de cinco décadas, en un divertido encuentro en el hogar con varias generaciones de cubanos.
“Yo soy un hombre de la calle”
Para desarrollar su libreto de manera tal que se identificara con la mayoría de los ciudadanos, ideó un escenario en el que ocurrían sus divertidas narraciones. Se trataba de un edificio multifamiliar que podía estar ubicado en cualquier barriada de la geografía insular, donde ocurrían los más disimiles acontecimientos relacionados con nuestra contemporaneidad l, a partir de los vínculos entre los vecinos.
El propio escritor había dicho que recreó sus guiones en la cotidianidad de un edificio, “porque para mí era importante que la gente lograra visualizarlo en su casa. Además, esta estructura permitía la entrada y salida de personajes”; en tanto afirmaba que la mayoría de los ambientes que reflejaba en sus programas eran extraídos por él de experiencias e historias reales que experimentaba en sus vínculos cotidianos con las gentes en los barrios, las colas, los ómnibus, y en otros lugares que irradiaban nuestra idiosincrasia y modo de ser.
“Yo soy un hombre de la calle, yo me relaciono mucho aquí en el barrio, un barrio un poco productivo en cosas humorísticas. Alguien se me acerca, me dice cosas, a veces me dan frases, así es como yo me nutro de todo lo que acontece a mi alrededor. Yo trato de estar actualizado. Una vez alguien dijo que los Van Van eran los cronistas musicales de la sociedad cubana, Y yo dije, está bien yo estoy de acuerdo, pero Alegrías también lo es. Usted agarra un capitulo y lo lee y sabe más o menos que estaba pasando en Cuba en ese momento”, dijo en una ocasión.
Los personajes diseñados por Luberta para Alegría de sobremesa, con el fin de llevar esa realidad a los hogares de un modo reflexivo y humorístico, alcanzaron tal arraigo entre los cubanos que estos llegaron a incorporar a su léxico muchas de las frases convertidas en símbolo del programa, entre estas la popular expresión “¡Qué gente caballero, pero que gente!”.
Primeros lugares del rating de la radiodifusión en Cuba
En poco tiempo, el esperado espacio de cada día pasó a ocupar los primeros lugares del rating de la radiodifusión en Cuba, éxito que no solo se debe a la calidad y excelente estructura de los libretos de Luberta, sino también al memorable desempeño de los actores, entre los que se encuentran figuras de la talla de Idalberto Delgado, el inolvidable Paco; Agustín Campos; José Antonio Rivero; Enrique Arredondo; Carlos Moctezuma; Erdwin Fernández; Marta Jiménez Oropesa, la carismática Rita; Aurora Basnuevo en su candente papel de Estelvina; Eloísa Álvarez Guedes; Darío Proenza, el simpático Florito; Dulce María Velasco; Miriam Isabel; Pipo de Armas; Juan Carlos Romero; Antonio (Ñico) Hernández; Aida Isalbe y Martha Velasco; muchos de ellos laureados con el Premio Nacional de la Radio.
Este equipo de admirables profesionales dio vida a hombres y mujeres de nuestro pueblo, generalmente representativos de las zonas más humildes de la sociedad, para desde las ondas radiales penetrar en los hogares e incorporarse a estos como si fueran parte integrante de la familia. Esta característica, única e irrepetible hasta ahora en este medio, es sin dudas el mayor legado de Luberta a la espiritualidad insular, convirtiendo sus textos en verdaderas crónicas del acontecer nacional durante todo un medio siglo.
El prestigioso escritor radial hizo de este show un memorable espacio que quedó en nuestra memoria y en la historia de la radio, sobre todo por la difícil empresa de haber mantenido en el aire durante tantos años —hasta su muerte—, con extraordinaria audición, un género tan complejo como el humorístico.
El primero de julio del año 2017 Alegrías de sobremesa llegó a su fin, con más de 30 mil transmisiones y retrasmisiones desde 1965. Tras la muerte de Alerto Luberta, junto con él se iba uno de los más grandes emblemas de la radiodifusión en Cuba. Ese día se apagó uno de los espacios con mayor audiencia de cuantos han existido en la red de emisoras radiales en todo el país, verdadero fenómeno que ha quedado en el imaginario popular.
Enorme vacío en nuestros hogares
Se produjo un enorme vacío en nuestros hogares. Sin embargo, gracias a las nuevas tecnologías y al interés de Nelson Serrano Rubio, reconocido realizador y diseñador cinematográfico, Rita, Paco, Estelvina, Sandalio el Bolao, Teté y otros muchos personajes surgidos de la fértil creatividad de Luberta en Alegrías de sobremesa, volvieron a tomar vida a través de los videos de dibujos animados producidos por el Canal Habana bajo el título de Qué gente, serie trasmitida en el año 2019 por esta televisora habanera, los viernes y domingos a las 8 y 30 de la noche, en ocasión del aniversario 500 de la fundación de la capital.
Creador de otros conocidos animados, entre estos varios Filminuto y colaborador en algunos capítulos de Elpidio Valdés; así como autor de los videos clip Estela, granito de canela y La nana de las mariposas, Serrano también tuvo a su cargo la dirección y adaptación para la TV de Qué gente, para la cual utilizó el audio original de las emisiones radiales, por lo que las voces que se escuchan siguen siendo las que el pueblo identifica. Asimismo, a través de sus dibujos logró reproducir los rasgos más representativos de los actores que asumieron los papeles de los personajes ideados por Luberta.
Alberto Damián Luberta Noy, Premio Nacional de Radio y Premio Nacional de Humorismo por la obra de toda la vida, fue miembro de la Uneac y fundador de los Comités de Defensa de la Revolución —presidía el de su cuadra llamado Jorge Oliver, en la zona 40 del municipio Marianao—; además de jurado en diferentes concursos organizados por organismos y organizaciones cubanas, como el Caracol, de la Uneac, y de los festivales nacionales de la Radio desde 1994.
Luberta: revolucionario ejemplar
Asimismo, al morir ostentaba las medallas XXX, XL y L aniversario de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, la Alejo Carpentier, la de Combatiente de la Clandestinidad, la Distinción Raúl Gómez García, la Jesús Menéndez, la 28 de septiembre (CDR), la del aniversario 485 de la fundación de la Ciudad de La Habana, y la de la Flora de Marianao, así como la Condición de Hijo Ilustre de este territorio; además de similares lauros por la fundación de la villa de Santa María del Puerto del Príncipe (Camagüey) y la distinción por los aniversario 491 y 499, respectivamente, de esa ciudad; amén de la condición de Huésped Distinguido de Santa Clara, y la Distinción por la Cultura Nacional; la Réplica del Machete de Máximo Gómez; y la Orden Majadahonda, por su misión internacionalista en Angola.
Mereció también la Giraldilla de La Habana y la Gitana Tropical, de la dirección provincial de Cultura de La Habana; las estampillas de Laureado del Sindicato de la Cultura y de los aniversarios 80, 85 y 90, respectivamente, de la Radio cubana; así como los sellos conmemorativos aniversario 80 de la CTC y la moneda que evoca los 40 años de la Tv cubana, con carácter de fundador. Engrosan sus lauros, asimismo, el Caracol de Honor (Uneac); el Micrófono de la radio —conmemorativo de los 70 años de la radio cubana—; los diplomas aniversario 45 del Icrt, con carácter de fundador; Julio Lot(Uneac); por su incorporación a la radio en la etapa fundacional, y el que le otorgó la Uneac de Sancti Spíritus; y el Diploma al Mérito Artístico (Instituto Superior de Arte); además de los premios del Barrio (CDR, 2005); y Maestro de Juventudes (Asociación Hermanos Saíz).
Luberta, como siempre le llamaron sus compañeros y amigos, perdurará en la afectividad de su pueblo, al que supo describir, con sencillez y amor, en Alegría de sobremesas, ese divertido “ajiaco sonoro” que nos retrató cada día de la semana para hacer más placentero nuestro paso por este convulso mundo.
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