Cinco centenarios de La Habana


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A punto de concluir este difícil año 2020, con serios problemas a escala nacional e internacional, resulta grato recordar que hace un siglo  -en La Habana de 1920-  ocurrió la feliz coincidencia del natalicio de Alicia Alonso, Eliseo Diego, Adolfo Guzmán, María Teresa Linares y Manuel Moreno Fraginals, entre otras personalidades cubanas de significación mundial.

¿Qué misterio originó la concentración de tan valioso olimpo cultural en nuestra capital con el mismo año de nacimiento?

Antes de aventurar posibles respuestas a esa interrogante, preferimos ofrecer reunidas algunas citas ilustrativas de estos cinco centenarios habaneros, cuya obra abarca horizontes tan creativos y complementarios como la música, la literatura, el ballet, la historia y la etnografía, convirtiéndose en exponentes fundamentales de la identidad cultural cubana.

En el trascurso del actual año múltiples instituciones y autores han homenajeado a estas personalidades (por ejemplo con interesantes valoraciones en la prensa nacional y extranjera a cargo de Miguel Cabrera, Julio César Guanche, Saylín Hernández, Miguel Barnet y Félix Julio Alfonso, respectivamente sobre Alicia Alonso, Manuel Moreno Fraginals, Adolfo Guzmán, María Teresa Linares y Eliseo Diego), mientras con estas breves palabras deseamos recordarles en su propia voz, como se expresaron desde una entrevista, un libro y un artículo, hasta una canción y un poema, con la certeza de que aún tienen mucho que decirnos.

- Alicia Alonso (La Habana, 1920 - 2019)
ENTREVISTA: Con 2 que se quieran.
Programa televisivo dirigido y conducido por Amaury Pérez; La Habana, 2010.

“Lo que pasa es que, para mí, lo más importante de mi vida es bailar o hacer bailar. Cuando yo bailaba, yo daba felicidad, alegría, y sobre todo, pensaba que estaba dando vida, porque como yo la sentía, yo la entregaba y sobre todo, algo muy importante para mí que creo que a través de las artes, y en especial a través de la danza, en el ballet se da una belleza, un sentido de creatividad, un sueño.”
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“Usted sabe que cuando se abra la cortina usted va a salir a escena, uno se para así, piensa y sale y tiene que llevar con uno esa fuerza de agarrar al público, y uno sale, no importa el personaje que uno haga, dentro del personaje que uno tiene. Uno tiene que sentir el personaje y entregarlo al público inmediatamente.
Si va a salir en Giselle es la alegría de Giselle. Si va a salir en Carmen es la sensualidad de Carmen, parada ahí, la cosa de Carmen, ahí, vencer a ese público. Pero lo tiene que sentir, enseguida que se abre la cortina y el público ya está ahí y choca con él y lo recibe y lo sigue.”
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“Sí, yo creo en el espacio, que hay vida en el espacio, en otros lugares. No sé cómo es la forma de vida, pero la hay. Porque me parece increíble, vanidoso, terrible, pensar que nada más en este mundo, en esta tierrita pequeñita es donde único hay vida. ¿Por qué? ¿Qué tenemos? ¿Por qué vamos a ser nosotros los únicos? ¿Por qué?, miren para arriba y verán ¿cuántos planetas, cuántos universos hay?”

- Manuel Moreno Fraginals (La Habana, 1920 - Miami 2001) 

LIBRO: El Ingenio.  
Editorial Crítica; Barcelona, 2002.

“Hemos ido hacia una obra de investigación, analítica y densa, porque creemos que la Revolución necesita estudios básicos, con firmeza en los métodos empleados y en las fuentes de documentación. Hasta aquí hemos llegado. Que se nos perdone si a veces ponemos demasiada pasión en nuestras frases. No nos avergonzamos de ello: la pasión es el más noble ingrediente de la historia.
Finalmente queremos hacer algunas advertencias a los posibles lectores. Al igual que en la fabricación del azúcar, también en el largo proceso de investigación y redacción de esta obra se obtuvieron ciertos subproductos. El primero de ello fue un diccionario de los términos empleados en la manufactura e industria azucarera de los siglos XVI al XIX. En efecto, la correcta interpretación de los documentos históricos sólo podía lograrse mediante una inteligencia exacta del valor de cada palabra en cada época.”
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“El segundo subproducto obedeció a las mismas razones metodológicas. El análisis de la distribución geográfica de los ingenios, su producción por zonas, cambios de propietarios, etc., exigió la confección de un catálogo que recoge la fecha de fundación, demolición, propietarios, producción, etc. de varios millares de ingenios cubanos, desde el siglo XVI al XX. Y como cada ingenio fue conocido por varios nombres, el resultado fue un voluminoso trabajo con unas 15000 fichas, que en el futuro publicará la Asociación de Técnicos Azucareros de Cuba (ATAC).
El tercer subproducto nació de otra necesidad instrumental, Las cifras azucareras cubanas y extranjeras de casi dos siglos de producción y comercialización, originaron otro volumen estadístico también demasiado extenso para ser editado como apéndice. Al igual que el anterior, lo hemos entregado a la ATAC.”

- Adolfo Guzmán (La Habana, 1920 - 1976) 

CANCIÓN: No te puedo olvidar.  
Estrenada por Ignacio Villa -Bola de Nieve- en México, 1954. 

“No puedo ser feliz,
no te puedo olvidar.
Siento que te perdí
y eso me hace pensar...

He renunciado a ti  
ardiente de pasión,
no se puede tener
conciencia y corazón.

Hoy que ya nos separan 
la ley y la razón,
si las almas se hablaran
en su conversación

las nuestras se dirían
cosas de enamorados…
No puedo ser feliz,
no te puedo olvidar.”

- María Teresa Linares (La Habana, 1920)

ARTÍCULO: La guaracha cubana, imagen del humor criollo. 
Tomado de revista Catauro, Fundación Fernando Ortiz. Número 0, Año 1999. 

“La guaracha apareció como elemento musical en los primeros años del siglo XIX, como canción en boca del pueblo y se incorporó al teatro cubano. La primera compañía de cómicos se dio a conocer en 1800 y ya en 1806 se llamaba de Cómicos Havaneros (Sic.), con la dirección de Francisco Covarrubias. 
Estas compañías iniciaron lo que más tarde sería el teatro bufo, introduciendo personajes criollos que sustituían a los españoles en obras teatrales cubanas, con estructuras similares a sainetes y entremeses españoles, pero con asuntos, personajes y partes de música con características nacionales. Así entra en la escena cubana la guaracha, para permanecer hasta nuestros días.
En estas obras aparecieron personajes como el negrito, el chino, la mulata, el guajiro, el gallego aplatanado y argumentos basados en nuestra realidad y contexto social e histórico. La guaracha, como estilo de canción, de ritmo rápido y texto jocoso, siempre relató algún hecho político y social, alguna situación sobre un personaje popular o alguna actitud que se describía en forma picaresca, con el tono característico del choteo criollo.”
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“Al convertirse en son, la guaracha dejó para muy pocos conjuntos su uso como canción. Hubo autores que componían casi exclusivamente este género, como Ñico Saquito, su obra más famosa es Cuidadito, compay Gallo, de 1930, que popularizó el Trío Matamoros. Otras guarachas famosas fueron Azúcar para un amargao, Sensemayá, El diablo tun tun, de Bienvenido Julián Gutiérrez; El cuarto de Tula, de Sergio Siaba, y Pare, cochero, de Marcelino Guerra.
La guaracha se ha diluido en muchos géneros actuales. El son, el chachachá, y toda una serie de variantes siguen haciendo uso del humor criollo después de doscientos años. Se ejecuta por orquestas charangas en forma de chachachá, por ejemplo: la orquesta Aragón con Pare, cochero, y la orquesta de Neno González con El diablo tun tun. 
Una de las más significativas ejecutadas con elementos sonoros electro-acústicos, y de mayor actualidad, por la orquesta de Juan Formell, es la titulada Por encima del nivel, que utiliza el calificativo más usado en el siglo XIX y que aún conserva vigencia para aquel sentido de gracia criolla que se le atribuyó a la mulata: sandunguera.”

- Eliseo Diego (La Habana, 1920 - Ciudad México 1994)

POEMA: Oda a la joven luz. 
Publicado en el libro Los días de tu vida. Ediciones Unión; Habana, 1977.  

“En mi país la luz es mucho más que el tiempo,
se demora con extraña delicia
en los contornos militares de todo,
en las reliquias escuetas del diluvio.   

La luz 
en mi país resiste a la memoria
como el oro al sudor de la codicia, 
perdura entre sí misma, nos ignora
desde su lejano ser, su transparencia.

Quien corteje a la luz 
con cintas y tambores, 
inclinándose aquí y allá según astucia 
de una sensualidad arcaica, incalculable,
pierde su tiempo, arguye con las olas,
mientras la luz, ensimismada, duerme.

Pues no mira la luz en mi país
las modestas victorias del sentido
ni los finos desastres de la suerte,
sino que se entretiene con hojas, pajarillos, 
caracoles, relumbres, hondos verdes.

Y es que ciega la luz en mi país deslumbra
su propio corazón inviolable 
sin saber de ganancias ni de pérdidas.

Pura como la sal, 
intacta, erguida, 
la casta, demente luz
deshoja el tiempo.” 


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